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Uso y abuso de la libertad


La libertad es un bien tan preciado como jodido de manejar. Y eso es así desde Adán en el Paraíso.

Desde que nos iniciamos en esto de ir de padres hemos perdido libertades, la verdad, pero también hemos repasado el descubrimiento de las mismas de la mano de Pablo. Disfrutamos viendo como para él todo es una novedad y nada tiene por que estar ahí ni contar con que estará después.

Pablo tiene año y medio, poco a poco lo acercamos a cosas nuevas a ver como las lleva, y si vemos que todavía no le gusta, como es el caso de la comida seca (sin caldito) lo vamos dejando para después.

Hay tantas cosas que mostrarle y que a él le parecen horribles que es un programa mirar sus reacciones. Cuando le dimos pera por primera vez, puso una cara igual a que si le hubiéramos exprimido un limón en la boca. Cuando lo sentamos hacia adelante en su coche (porque de bebés te van viendo a ti y poco más) no cerraba la boca, abismado de lo que veía o cuando descubrió la ventana, desde entonces no ha dejado de pasar media hora sin chequear lo que pasaba en la calle.

Claro, no siempre descubrir cosas es igual a disfrutarlas con libertad. Por ejemplo él desde la seguridad y el confort de su ventana y de su casita calentica, ve todo lo que pasa en la acera de abajo, pero bajar y participar ya eso sería otra cosa.

El asunto cambia mucho cuando puede decidir hacer algo con lo que descubre, y ahí sí que se llama libertad. Esa es más complicada de llevar, y fue la que experimentó por primera vez hace unos días a la hora de dormir.

Quitamos de su cuna dos de los barrotes frontales para que él pudiera salir y entrar, pero que no se caiga cuando esta dormido. Su cama es ahora una pequeña jaula con la puerta abierta.


El primer día no fue consciente de que así como podía entrar solito a su cama, podía salir solo también, así que cuando lo acompañamos a dormir y le dimos un beso, se subió y se durmió sin más.

Me recordó a los pajaritos de mi Titi, que por más que abrieras la jaulita, te miraban desde dentro como preguntándose qué querías tú que ellos hicieran.

Sabíamos que eso no duraría, pero nos dormimos con esa sensación de tener el hijo perfecto. Al día siguiente el pajarito descubrió que la puerta abierta tenía el doble uso! Ahí la cosa cambió.

Se acostó él y nos acostamos nosotros, para fomentarle un poco las ganas de quedarse en la cuna, pero él no se lo podía creer... Era demasiado lo que bullía en su mente.
Todos acostados, la casa con las luces apagadas, en total silencio… y de pronto escuchamos unos pasitos arrastrados, sshhh… sshhh… sshhh… ¿a dónde irá? Esperábamos prudentemente un ratico y como había demasiado silencio, lo fuimos a buscar. Estaba en la sala, a lo oscuro total, mirando por la ventana.

Veeeenga otra vez, de la mano a acostarse, besos, abrazos, hasta mañana… Dos minutos después… sshhh… sshhh… sshhh… esta vez divisamos una sombrita que venía a vernos…

El método es que se pone bien cerquita de tu cara y te mira fijamente a ver si pilla un resquicio en tu expresión por donde atacar y en lo que abres una rendija ínfima de ojo te suelta "Hola…", o mejor dicho, la versión teletubi, que es la que él dice: “óaaa…”.

Queríamos ponerle seriedad al asunto, pero era difícil… él sencillamente no se podía creer esa maravilla. Tenía sueño pero la libertad era una tentación que derrotaba cualquier obstáculo. Al final lo dejamos, que investigara la casa oscura todo lo que quisiera. Como una hora después se rindió y se metió en su cama.

Días después Pablo descubrió además que la jaulita abierta funciona también por las mañanas. Entendió que cuando se despierta también puede darse a la fuga, y aparecerse (siempre antes de que suene mi despertador) con su sshhh… sshhh… sshhh… arrastrando con su almohada, un chupón y con los ojos medio pegados a ver si te levantas y le haces su tete (bibe), que es lo que en la mañana mueve su interés fundamental.

El tete contiene 300cc (una lata que a cualquier adulto lo deja empipado) de leche espesa con cereales, tipo atol, que no están en discusión y menos a esas horas.

Dígame cuando descubra que esa tele que mamá y papá ponen en la mañana en el cuarto, con un señor de traje hablando sandeces, también contiene un Mickey Mouse en alguna parte? O cuando se dé cuenta que el miedo a lo oscuro y la soledad es un arma utilísima y nos manipule libremente para venir a nuestra cama?

La cama de los papás de cualquiera es siempre mejor que la tuya, eso se sabe, y eso dura hasta que tú te compras una propia y dices: ¿¡pero como mis padres pueden dormir los dos en una cama de 1.50 mts!? y te tiras largo a largo en tus dos metros de colchón viscolástico comprado con el sudor de tu frente! Pero, bueno, para que Pablo se compre un colchón, falta… por ahora mi cama le gana su cuna con toda seguridad.

Ya lleva varias noches de libertad, todavía la sensación es novedosa y disfruta mucho con lanzarse a la búsqueda de nuevas aventuras después de estar un rato en su cama.

Ricardo ya se está arrepintiendo y buscando excusas para decir que le quitamos los barrotes muy pronto, que todavía es un bebé… Él es partidario de volver al encierro, pero dime tú, qué crueldad… con lo contento que se va ese niño a la cama sabiendo que después se escapa! Cómo le quitas eso?

Yo confío que poco a poco vamos a organizar esto y que de momento, estamos haciendo un taller de paciencia que nos va a entrenar para tenerla desde aquí hasta el infinito.

Por ahora esperamos pacientemente que aprenda a quedarse en la cama una vez que lo acostamos, hay que darle tiempo, mucho! Nadie está preparado para tanta libertad de golpe.


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