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El show de la Single Mom

Siguiendo el hilo del tema de los divorcios, que francamente da mucho de sí, sigo soltando mis reflexiones según se me van ocurriendo.

Como siempre, antes de empezar con mis disquisiciones, tengo que decir que no, que yo no quiero que nadie haga nada, que crea que yo pretendo algo, que voy sembrando matrices de opinión por la vida. De veras que no. Esto sólo va de habladera de paja y de escribir en mi blog que me entretiene mucho. Punto. Sin más análisis. 

Aunque esto lo digo mucho, nuevamente lo señalo porque en cada post me cargo un amigo, conocido y/o familiar.

Cuando pienso en el divorcio, me hace gracia la idea. Es algo parecido a cuando tienes conciencia que no debes comprar Nutella, porque aunque te propongas con firmeza no hacerlo, vas y te la comes a cucharadas de una sentada. Sabes que no, que no la debes comprar, pero te tienta, te pica el ojo.

Eso me pasa a mi con el divorcio. Veo a mi amigas divorciadas y me pica el ojo.

Yo me hice novia de mi marido muy jovencita y estaba convencida que eso no era un buen plan. Cuando cumplimos tres años saliendo y yo apenas tenía veintiuno, decía: - Tenemos que terminar porque somos muy jóvenes para esta relación tan seria!-  Pero claro, ese concepto no vale por sí solo. Si me gusta y estoy feliz, tengo que terminar porque es “lo mejor”? No me jodas.

Ahora me pasa igual pero al revés. Me debería divorciar, tener novios varios, rumbear fines de semana alternos, criar a mis hijos sin ponerme de acuerdo con nadie.

Sinceramente me da un escozor de envidia cuando veo amigas separadas que se tiran su par de fines de semana al mes sin niños y viviendo de singles. Después las escuchas el lunes en el trabajo contando como salieron  de rumba hasta que amaneció, y eso no es nada, en la mañana del domingo les dio mediodía durmiendo!

Empiezas a planteártelo en términos concretos.  Hum, tomando en cuenta esos detalles, no tendría su gracia separarse?

Además si estuviera divorciada iría al gimnasio y me pondría fitness, usaría mini falda, saldría hoy con fulano, mañana con mengano, le escribiría por Facebook al un tercio que tenía visto en el colegio y por whatsapp bla bla bla con otro, sexy pictures, etc. 

Saldría con todos, con todos los que tienes la certeza meridiana que una vez que estés soltera, van a desaparecer súbitamente.

Cuando esa presunta felicidad de la soltería me ronda, enseguida caigo en cuenta de lo que es mi vida y deduzco que a mi no me compensa.

Yo creo que el marido es muy necesario, puedes escoger no tenerlo y eso tiene múltiples ventajas. No hay que discutir ni explicar ni nada.

Cuando eres tú sola, con más o menos esfuerzo puedes remediarte. Además siempre hay algún tío, todero o personaje de turno que puede echarte una mano para montar la estantería ObYsüm con 72 piezas, 3 tornillos y una llave allen de 0.028 pulgadas.  Pero, cuando tienes niños?   Ahh…  eso es otra cosa mariposa.

Las mujeres frecuentemente nos quejamos de que  hay tareas que nos vienen pre-asignadas como cocinar o lavar la ropa. Algunas conseguimos endosarles estas labores a los hombres, pero siempre manteniendo -muy importante- la coordinación hogareña.

Sin embargo habría que pensar en una lista de cosas que no estamos dispuestas a que nos encarguen siendo las mamás, como por ejemplo: bañarse en el mar cuando está frío.  Lo traigo a cuento porque mis hijos no trajeron termostato, ni bueno ni malo, sencillamente no tienen. Si hay playa hay que meterse, les da igual que sea en Santander o en Margarita. Llegamos a la playa, se quitan la camisa y al agua directo. Tú deber, tu labor sublime de madre atenta, es atajarlos rauda para ponerles protector solar. Su deber, de padre responsable y vigilante, meterse con ellos para que no se los lleve la corriente. ¿Se lo cambias? No way! Y yo menos que mi termostato está intacto y sigue con clima tropical a pesar de llevar años viviendo aquí. 

Cuando ya hiciste tu labor del día y los niños están protegidos del sol por una capa pastosa factor de protección +100,  gorro de visera y franela de manga larga, te puedes tumbar a tomar sol que ahora a papá le queda bañarse hasta que los labios se les pongan morados y después...  A hacer castillos! Que ilusión! Tú sabes lo que es empanarse de arena como un calamar a la andaluza,  estar de rodillas haciendo: -un hueco que llegue hasta China, papá- y ofreciendo el cogote en sacrificio al Dios Sol!

No sé qué piensan los papás, pero seguro echan de menos aquellos viajes a la playa donde la preocupación principal era que no se metiera arena en la cava repleta de cerveza. Hablo de esa época cuando solo había que llevar una toalla, la mochila y dedicarse a mirar al frente con todos tus músculos absorbiendo la energía marina.

Después de tener hijos no tengo ni idea porque seguimos yendo a la playa, no sé si es por la imagen indeleble en nuestras cabezas que sitúa al mar en escala uno como un planazo, o porque los niños duermen profundo de tanto tomar sol y tragar de agua salada el día entero. Es lo único que se me ocurre así pensando rápido, porque la verdad es que ir a la playa con niños requiere un esfuerzo físico brutal. Si tuviera que ir yo sola, mis hijos conocerían el mar ya de adultos.

Y es que la llegada de los niños dispara las tareas cotidianas y las proyecta en progresión geométrica a todas las áreas de la vida hasta convertirlas en verdaderas misiones que requieren energía hasta de tus uñas.

Hace años cuando éramos dos, Ricardo se mosqueaba porque yo tenía dificultades para cambiarle las pilas al mando de la tele. Y mira que estoy hablando de una tapita en la parte de atrás del control remoto y las pilas de toda la vida puestas en el lugar de siempre. Ahora con los niños, el tema control de pilas da para una Maestría en una universidad de fuera.

Lo primero es que hay que tener en reserva  una variedad que no te haces una idea,  grandes, doble A, triple AA, chiquitas, planitas, las planitas pueden ser 2632 o 2630,  cuadradas de 9 voltios... Y no te equivoques! Fundes el aparato en segundos!  Encima de eso,  no te creas que poner una pila es levantar la tapita y listo, noooo. Las cosas de niños tienen las pilas guardadas con tornillos!!! Óigase bien! Tornillos! Hay que buscar el destornillador de cabeza plana, el de estrías, mediano, grande etc. para ponerle pilas a un juguete que además, no va a hacer otra cosa que darte tormento.

Pablo tenía un camión de Handy-Manny que sonó tanto en mi vida, que Andrés lo heredó sin música porque ya mi cuerpo reaccionaba a la melodía produciéndome una jaqueca de las de estrellitas laterales y nauseas.

Los papás tienen la labor, predeterminada por la naturaleza, del control de destornilladores y pilas. Lo mejor es que tratan de meter las pilas en la lista de la compra, pero con la variedad que antes comenté no hay forma humana que traigamos la que hace falta, así que las pilas se compran en el chino de abajo al doble del precio. Pero las compran ellos, eso sí.

Esas son tareas que los padres no pueden adivinar que se van a convertir en un caos. Una cosa es la pila del mando a distancia y otra este control de baterías caseras. Nadie sabía que esto era así, no? pero digo yo, cómo hacen cuando cría uno solo en vez de dos? Una respuesta posible: No se tienen juguetes con pilas.

Hay más tareas difíciles como las relacionadas con el descoque de las criaturas por montar bicicleta. Cuando aprenden es maravilloso pero el proceso es, a lo menos, difícil para el progenitor. Tiene que pegar carreras forzando la columna con un doblez maldito hacia adelante, empujando y agarrando la bicicleta, mientras el infante, trasmutado en soberano omnipotente, recibe la brisa en la cara e ignora que papi corre atrás botando el bofe en una posición indigna.

Cuando Pablo aprendió a montar en bici fuimos a El Retiro con mucha disposición. Yo en realidad fui en plan animadora/camarógrafa. Muy contenta, le gritaba  -Vamos, vamos hijo!- y lo grababa para ponerlo en las redes sociales. Mientras tanto Ricardo corría Retiro arriba, Retiro abajo, agarrando la bici por detrás, a punto de caerse y diciéndole al niño, -apenas se le entendía por el poco resuello que le quedaba- que no se preocupara, que él estaba ahí.  Y tanto que estaba. En la noche, Ibuprofeno de 600 mg y parche de calor en la espalda.

Cuando éramos dos, teníamos TV y DVD. Yo sabía ponerlo, era capaz de ver una película yo sola. Hoy en día, además de no saber en qué momento hay que poner una película, resulta que el ordenador está conectado a la tele, también lo está el DVD y el equipo de sonido. No me preguntes por qué, no lo sé. La música sale por los altavoces de la tele pero tiene que pasar por el ordenador porque las canciones están guardadas ahí! Es de pesadilla! Además tenemos cable, no sé cuántos cientos de canales, y como no: La Liga, La Champions, La UEFA, La Bundesliga, La Premier League y la madre que lo parió.

En fin, que a mí ya ese mundo no es que no me pertenece, es que no sé ni encender la televisión.

Un día dejamos a una babysitter con los niños, le explicamos cómo ver la tele, un plan básico nada más. Según cerramos la puerta, la pobre fue a subir el volumen y como el monitor del ordenador es de la misma marca que la TV y el mando se parece,  se encendió la computadora! Encima con ese ruido gris de donde sale la conocida Samara en The Ring. La pobrecita desenchufó todo y se fue a dormir antes que los niños. Normal, si es que ese universo lo controlan los papás, bueno el papá de esta casa por lo menos.

En la mañana cuando la chica me lo contó, asustada entre que la posibilidad de que la casa tuviera espíritus o de haber jodido el aparato, las únicas palabras que tuve para ella fueron de consuelo y solidaridad.  -Lo sé, lo sé. Tranquila, es así. No, no se puede hacer nada…

Con todo y todo, Ricardo no le dedica mucho tiempo al tema. En casa de mis amigos la familia Dilio, el mando de la tele tiene letras! No letras sueltas, no, no, no. Teclado!!!  Así con todo, letras, números, Alt, shift, Control… Dime tú.  Yo a ese televisor no me le acerco mi muerta.

Podría seguir por este camino de contar todas las responsabilidades maritales/paternales y no parar jamás. Las cuentas, los bancos, los intereses… pánico!!!!!  las tarjetas de crédito, la declaración de la renta, la reparación de los objetos de madera, cambiar el bombillo de la nevera y/o campana , que no me digas tú que no están puestos con mala leche.

Yo me quejo mucho de mis responsabilidades pero la realidad es que si la televisión dependiera de mí, no habría más que los cinco canales básicos y desordenados  porque nunca he sabido cómo se ordenan, estarían como salen de la tienda y no más.

Hace como tres años, pasamos de TV analógica a Digital. Salían cartelitos a cada rato que decían: -Advertencia: Si usted no re-sintoniza los canales, a partir del 31 de Diciembre no tendrá TV…- Primero que nada, qué es sintonizar, y porque hay que hacerlo de nuevo si cuando una compra la tele eso está listo! Se trataba de ponerme de los nervios solamente?

No digo que sea imposible vivir sin esas cosas. Al contrario, no tendríamos TV ni juguetes ruidosos, nada  grave. No iríamos a la playa, tampoco pasa nada, no es fundamental. Y yo tendría mi fin de semana de single de vez en cuando. Se puede, sí. Y chapeau a las que lo hacen, son dignas de mi más profunda admiración.

De momento a  mi no me compensa, a lo mejor es porque sencillamente quiero lo que tengo y entonces no tiene gracia este show de la single mom.