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Uso y abuso de la libertad


La libertad es un bien tan preciado como jodido de manejar. Y eso es así desde Adán en el Paraíso.

Desde que nos iniciamos en esto de ir de padres hemos perdido libertades, la verdad, pero también hemos repasado el descubrimiento de las mismas de la mano de Pablo. Disfrutamos viendo como para él todo es una novedad y nada tiene por que estar ahí ni contar con que estará después.

Pablo tiene año y medio, poco a poco lo acercamos a cosas nuevas a ver como las lleva, y si vemos que todavía no le gusta, como es el caso de la comida seca (sin caldito) lo vamos dejando para después.

Hay tantas cosas que mostrarle y que a él le parecen horribles que es un programa mirar sus reacciones. Cuando le dimos pera por primera vez, puso una cara igual a que si le hubiéramos exprimido un limón en la boca. Cuando lo sentamos hacia adelante en su coche (porque de bebés te van viendo a ti y poco más) no cerraba la boca, abismado de lo que veía o cuando descubrió la ventana, desde entonces no ha dejado de pasar media hora sin chequear lo que pasaba en la calle.

Claro, no siempre descubrir cosas es igual a disfrutarlas con libertad. Por ejemplo él desde la seguridad y el confort de su ventana y de su casita calentica, ve todo lo que pasa en la acera de abajo, pero bajar y participar ya eso sería otra cosa.

El asunto cambia mucho cuando puede decidir hacer algo con lo que descubre, y ahí sí que se llama libertad. Esa es más complicada de llevar, y fue la que experimentó por primera vez hace unos días a la hora de dormir.

Quitamos de su cuna dos de los barrotes frontales para que él pudiera salir y entrar, pero que no se caiga cuando esta dormido. Su cama es ahora una pequeña jaula con la puerta abierta.


El primer día no fue consciente de que así como podía entrar solito a su cama, podía salir solo también, así que cuando lo acompañamos a dormir y le dimos un beso, se subió y se durmió sin más.

Me recordó a los pajaritos de mi Titi, que por más que abrieras la jaulita, te miraban desde dentro como preguntándose qué querías tú que ellos hicieran.

Sabíamos que eso no duraría, pero nos dormimos con esa sensación de tener el hijo perfecto. Al día siguiente el pajarito descubrió que la puerta abierta tenía el doble uso! Ahí la cosa cambió.

Se acostó él y nos acostamos nosotros, para fomentarle un poco las ganas de quedarse en la cuna, pero él no se lo podía creer... Era demasiado lo que bullía en su mente.
Todos acostados, la casa con las luces apagadas, en total silencio… y de pronto escuchamos unos pasitos arrastrados, sshhh… sshhh… sshhh… ¿a dónde irá? Esperábamos prudentemente un ratico y como había demasiado silencio, lo fuimos a buscar. Estaba en la sala, a lo oscuro total, mirando por la ventana.

Veeeenga otra vez, de la mano a acostarse, besos, abrazos, hasta mañana… Dos minutos después… sshhh… sshhh… sshhh… esta vez divisamos una sombrita que venía a vernos…

El método es que se pone bien cerquita de tu cara y te mira fijamente a ver si pilla un resquicio en tu expresión por donde atacar y en lo que abres una rendija ínfima de ojo te suelta "Hola…", o mejor dicho, la versión teletubi, que es la que él dice: “óaaa…”.

Queríamos ponerle seriedad al asunto, pero era difícil… él sencillamente no se podía creer esa maravilla. Tenía sueño pero la libertad era una tentación que derrotaba cualquier obstáculo. Al final lo dejamos, que investigara la casa oscura todo lo que quisiera. Como una hora después se rindió y se metió en su cama.

Días después Pablo descubrió además que la jaulita abierta funciona también por las mañanas. Entendió que cuando se despierta también puede darse a la fuga, y aparecerse (siempre antes de que suene mi despertador) con su sshhh… sshhh… sshhh… arrastrando con su almohada, un chupón y con los ojos medio pegados a ver si te levantas y le haces su tete (bibe), que es lo que en la mañana mueve su interés fundamental.

El tete contiene 300cc (una lata que a cualquier adulto lo deja empipado) de leche espesa con cereales, tipo atol, que no están en discusión y menos a esas horas.

Dígame cuando descubra que esa tele que mamá y papá ponen en la mañana en el cuarto, con un señor de traje hablando sandeces, también contiene un Mickey Mouse en alguna parte? O cuando se dé cuenta que el miedo a lo oscuro y la soledad es un arma utilísima y nos manipule libremente para venir a nuestra cama?

La cama de los papás de cualquiera es siempre mejor que la tuya, eso se sabe, y eso dura hasta que tú te compras una propia y dices: ¿¡pero como mis padres pueden dormir los dos en una cama de 1.50 mts!? y te tiras largo a largo en tus dos metros de colchón viscolástico comprado con el sudor de tu frente! Pero, bueno, para que Pablo se compre un colchón, falta… por ahora mi cama le gana su cuna con toda seguridad.

Ya lleva varias noches de libertad, todavía la sensación es novedosa y disfruta mucho con lanzarse a la búsqueda de nuevas aventuras después de estar un rato en su cama.

Ricardo ya se está arrepintiendo y buscando excusas para decir que le quitamos los barrotes muy pronto, que todavía es un bebé… Él es partidario de volver al encierro, pero dime tú, qué crueldad… con lo contento que se va ese niño a la cama sabiendo que después se escapa! Cómo le quitas eso?

Yo confío que poco a poco vamos a organizar esto y que de momento, estamos haciendo un taller de paciencia que nos va a entrenar para tenerla desde aquí hasta el infinito.

Por ahora esperamos pacientemente que aprenda a quedarse en la cama una vez que lo acostamos, hay que darle tiempo, mucho! Nadie está preparado para tanta libertad de golpe.


La Fiesta de Carnaval



La Mamá del Año, esa soy yo! La revista Forbes no hace recuento de las 100 mejores mamás, pero si lo hiciera, saldría yo este año entre las primeras.

Para que vean en qué me fundamento les cuento que estos días recibí una circular de esas que manda el colegio, ocho párrafos por el pecho, que comenzaba por supuesto, con las explicaciones de las explicaciones de lo buenos que son. Después de leérmela toda con cuidadito, deduje que mi bebé, que a duras penas se aguanta sentado, tiene que ir disfrazado por el Carnaval.

De entrada la flojaza que soy por naturaleza se rindió nada más leer. ¡Disfrazado!? ¡Qué va! Eso es para madres que tengan tiempo!!! (Una excusa fatal, porque no existe una mamá con tiempo de nada, en ninguna parte del mundo). No me tomé el asunto del disfraz ni remotamente en serio, decidí que Pablo estaba chiquito y no se iba a enterar de nada.

Sin embargo el día anterior a la fulana fiesta, no se me quitaba de la cabeza ese razonamiento de “no se entera…” La verdad es muy distinta y todos la conocemos: los niños sí se enteran, unos más y otros menos pero todos se enteran. Y el que se despistó y logró (para su bienestar) no enterarse, pasados unos años viene alguien y se lo dice!

Con el peso de la culpa a cuestas, ese día al volver del trabajo seguí de largo en el Metro, no me bajé en la parada de mi casa, si no que llegué hasta el Corte Inglés. Allí busqué y rebusqué, pero no quedaba nada!, quedaban cuatro serpentinas, dos bolsas de papelillo y pare usted de contar. ¿¡Explícame tú eso!? Aquí el Carnaval es bastante relativo, no hay días de fiesta para los adultos, solo para los niños, cosa que genera un ambiente de amargura, porque sin colegio, nadie sabe qué hacer con los niños.

Como no encontraba nada hecho que me salvara la patria, decidí tirar de creatividad y fui al departamento de manualidades a buscar fieltro para improvisar. La situación no estaba mucho mejor, solo quedaban retazos de azul y gris. Lo compré, sin ideas, pero lo compré, no había donde escoger.

De camino a casa llevaba el cerebro a mil revoluciones por minuto pensando qué cosa de nuestro planeta tierra tenía esos colores… sólo se me ocurría un ratón, pero no tenía suficiente gris! No sirve. Cuando ya casi llegaba a casa, y en vista del tiempo de mierda que hacía, pensé en un día gris, de esos de lluvia. Mira tú! Y así fue como Pablo acabó disfrazado de “Lluvia”

¿Recuerdan a la mamá del castor? (ver vídeo) ¡esa es una tonta! Primera fiesta de carnaval de Pablo, a sus 9 meses de edad, y le hice un disfraz arrechísimo! Mi niño-lluvia iba a causar una sensación sin precedentes.




Cuando lo llevé al colegio y entré al “patio” (el patio de dicho cole es capítulo aparte, ya les contaré) había un montón de niños. Pablo causó una gran revolución entre las maestras, así que estuve un ratico allí para recibir las alabanzas respectivas y mirando a los niños encontré que básicamente, había tres grupos de disfraces.

El primer grupo y sin duda el más llamativo, era la de los Súper-Disfraces. Es prácticamente como ver al verdadero personaje de la tele frente a ti, la parte mala es que no se sabe muy bien dónde está el niño. Más que un niño disfrazado es como un personaje de la tele que se tragó a un niño pequeño. Tú sabes que el chiquitín está por ahí… lo intuyes, pero no apuestas. Estos disfraces son perfectos para la foto, pero la pobre criatura, metida en la entrañas del bicho, no se puede ni sentar bien, no puede comer, no ve casi nada… a juro tiene que estar cagándose en todo.

El segundo grupo son los que llevan el disfraz comprado en el "Todo a 100 pesetas" o "Chino". Estos trajes tienen la peculiaridad de ser todos iguales, sea cual fuere el motivo. Los más famosos son “el payaso” y “el mendigo” y por razones desconocidas, ambos son exactamente iguales, salvo por una naricita roja que te proponen que le pintes en el dibujo de la caja del payaso. De resto, son retales de tela muy brillante, combinada con la luz apagada y unidas como las colchas que hacían las abuelas del siglo pasado, las abuelas que cosían mal sobretodo. El problema de la semejanza entre los disfraces no es grave, eso de verdad que creo que a los niños les da igual. El problema radica básicamente en los materiales empleados. En el paquete dice claramente: "Producto inflamable, mantener alejado de los niños". No pretendo ser la mamá majadera, pero me parece a mí que esto es importante ¿no?. Por supuesto que no pretendo ni de cerca que los chinos se den cuenta de ese detalle, ellos están en otra cosa, pero ¿y los papás? Sin ánimos de juzgar a nadie, de verdad, pero ahí están los payaso-mendigo, corriendo el peligro de intoxicarse con una tela “by Chernobyl”. Los componentes incluirán seguro amianto, cianuro, plomo y otros, digo yo… huele tóxico.

El tercer grupo es el más básico, y además en el que seguramente habría caído mi pobre Pablo, de no ser por mi epifanía de último minuto. Este es el grupo de los papás que dijeron: -no disfraces al niño, hombre… que no se entera…

Esos papás ignoraron la voz interior que decía: -Te acuerdas cuando tu mamá creía que no te enterabas y te ponía la ropa de tu hermano varón, 3 años mayor que tú y que te quedaba como el culo? Ah?... Te acuerdas? Ella estaba convencida de que no te enterabas y tú al principio no lo hacías, pero cuando llegabas al colegio veías las señales en el ambiente (eso es enterarse). Te percatabas poco a poco de que había grupos y de que tú, no estabas en ninguno.

Por un lado estaban los varones que vestían como tú, y por el otro estaban las princesas, unas niñas divinas, con ropa rosada, cintas en el pelo, flores, etc. Estaba claro que no encajabas en ninguna parte. Las niñas te miraban de reojo porque tú no ibas de rosa, y los varones, aunque fueras vestida como ellos, te ignoraban igual porque tú eras niña, y a sus ojos vas de rosa aunque tu franela tenga un dibujo de Iron Maiden. En ese momento te venía a la cabeza tu mamá diciendo: "-no se entera…", y como el niño del grupo disfrazado de personaje de los comics, acabas cagándote en todo y comiéndote la arepita que trajiste envuelta en papel aluminio, más solo que un chofer de metro.

Esos papás que dejaron a los niños hoy con su uniforme de todos los días (porque no han tenido ni el detalle de vestirlos de fiesta) obviaron esa voz interior que los advertía. En efecto, allí teníamos a los chiquitines de uniforme que no hacían más que mirar y mirar a sus compañeros disfrazados, ¿qué les pasará por la cabeza? Imposible adivinar, pero saben que algo pasa y que ellos son parte de ese algo.

Cuando mi Pablo, con su disfraz de lluvia, entró por esa puerta, rompió paradigmas. Llevaba ropa de él, con los que no iba incómodo, sabe que hoy tiene "algo" distinto, (aunque no brille tanto como él grupo de los payaso-mendigo) y está tan original que las maestras se lo turnan para hacerse fotos con él en brazos. Todas quedan encantadas porque la mamá que más horas trabaja de toda la guarde fue la que le hizo en disfraz más original a su peque! Yo, la más encanta de todas. Ahí lo dejé entre flashes y empegostado de besucones. A ver qué tal pasa su fiesta de Carnaval, si se entera o no de qué va disfrazado, no lo sabremos nunca, esas cosas sólo quedan guardadas cuando el recuerdo es negativo, como el de él será positivo, capaz pasa de largo.

Buscando colegio Parte II - ¿Vas a ser padre? Busca un puñal.




Saber que estaba embarazada y salir casi de inmediato a buscar guardería, me hizo sentir que estaba enfrentando mi primera experiencia como mamá sin serlo aún.

Ya esto no tenía que ver propiamente con el embarazo, era un tema de un bebé equis, externo a mí, que había que resolverle la vida desde ahora. Este es un concepto que a los 4 meses de gestación no tienes naturalmente, pero hay que implantarlo por la fuerza y cuanto antes mejor porque hay varios que te llevan la delantera. No te puedes quedar por ahí, con la mirada perdida pensando ¿tendrá ya sus deditos completos?... Nooo… avíspate! que si te descuidas, lo que no va a tener el chiquillo es educación como Dios manda.

Es rudo, pero se aprende. Yo ahora entiendo mucho más a esos papás que cuando caían los juguetes de una piñata, se tiraban como tiburones y no les importaba dar empujones o algún mordisco a otro niño con tal de que el suyo tuviera más "juguetes" en su bolsa sudada de aplaudir. Lo de juguetes es un decir, porque no se ha visto una cosa más cerca de ser un desecho sólido que un juguete de piñata.

Hace años vi con estos ojos a una señora que, palabra de honor, abrió un paraguas en una fiesta y sus cuatro hijos, -que hoy por hoy estarán presos, seguramente- agarraban puños de cosas y las lanzaban dentro del paraguas que ella manejaba con una destreza digna de explotar en otra dirección, afuera no quedaba ni un confetti.

Esa actitud de la señora viene dada por la costumbre. No es su culpa en realidad, porque la doña en cuestión, probablemente que se haya puesto el puñal entre los dientes desde que el primero de sus hijos se movía en su barriga, y claro, la lucha se le va convirtiendo en algo tan usual que la pobre es capaz de llegar al punto sin retorno de abrir un paragua caza-juguetes en una piñata como si nada, con tal de lograr la alegría de sus pequeños.

Aquí en España no hay piñatas y si hay tienen una cuerdita muy civilizada que los niños halan y caen bolsitas previamente organizadas por un adulto. Suena raro, no hay palo, no hay gritos y no hay bolsita sudada, pero los niños disfrutan y ademas tiene la enorme ventaja que no me hará vivir la experiencia a una mamá agresiva de estas, porque si yo veo a una como esa, quitándole un juguete-basura a mi Pablo, me tiro encima de ella y le meto en paraguas por donde pueda. ¡Mi puñal entre los dientes!.

Volviendo a lo nuestro que me estoy perdiendo, el caso es que yo aún estaba entrando lentamente en el asunto, seguía visitando todos los colegios de la zona. Mary y yo, pacientemente, recibiendo halagos por el vástago por llegar, seguidos de reproches por la tardanza en venir al cole y así, anotándonos en cuanta lista de espera caía en nuestras manos.

Vimos de todo, mutaciones de lobo en abuela, de abuela en lobo. Guarderías que se parecían al mercado de Coche y otras que querías quedarte a vivir ahí. Muy variado, fuimos incluso a una que el comedor y los salones quedaban en distintos edificios, con lo que los niños tenían que cruzar la calle para ir a comer.


-¿Un pelín peligroso, no? 

-No que va, porque los llevamos con una cuerda y así, van más seguros…

-Una qué, perdón?.. Yo, es que como soy de fuera, se me escapan las palabras

-Con una cuerda

-Cuerda, cuerda,… de las de amarrar, no?... Un mecate de toda la vida… Ahhh… Si que tienen que ir seguros, claro, van amarrados.

Y yo viendo como llevan a mi bebe de 4 milímetros, amarrado, a pasear tipo César Millan? Que va, mi hermana. Por ahí no paso yo… Aunque si hubiera cupo… Por suerte, no había. Y seguimos.

Con el pasar de los días fueron perdiendo importancia las instalaciones, la calefacción especial en el piso, la sonrisa comprensiva de la Directora de turno... las condiciones óptimas se fueron desdibujando ante la posibilidad aterradora de no encontrar guardería, perdón... Centro de Educación Infantil.

Descubrí que ya yo tenía el puñal internalizado el día que me llamaron de una lista de espera, de las muchísimas en las que me anoté, y me dijeron que se había liberado un cupo, pero que ellos no iban por el orden de la lista, no, sino que llamaban a todos lo que estaban anotados y el primero que se apareciera allí, con los módicos 300 euros de la inscripción, se quedaba con el cupo!!! Cágate la metodología!

Bueno... Yo calculo que tardamos, entre arreglarnos, sacar del banco el efectivo (que aquí es un proceso, digno de otro cuento) y estar en la puerta de la guardería, unos quince minutos en total!

Además, mientras caminábamos hacía el lugar, Mary con su puñal solidario y yo con el mío, íbamos viendo alrededor por si detectábamos algún otro padre en la competición para sacarlo de juego por cualquier método. La escena recordaba a un documental sobre grandes felinos en el África.

Llegamos, tocamos el timbre con el corazón en la boca, tardan… ¿alguien habría sido más rápido que nosotras!? Qué angustia… Pues no! Abrieron. Alguno estaría pensando en los diez deditos de su bebé y le pasamos por encima! Ja!

Conseguimos el cupo... sí, pero sospecho que esta carrera no se va a acabar hasta que vea a Pablo con su propio puñal entre los dientes, corriendo por sus hijos, y el único consejo que le podría dar es: deja que la naturaleza se ocupe de los deditos del bebé, tu a lo tuyo, que ser padre es otra cosa!!!

¿Será que aprovecho y reservo cupo para los hijos de él?

Buscando colegio Parte I - La Directora o el Lobo Feroz





Tu incipiente barriguita de 4 meses es el recordatorio permanente que tu vida va a cambiar y que estás en cuenta regresiva.

Entonces tú de vez en cuando, apartas el presente y te pones a pensar en el futuro. Necesitas cosas nuevas, hacer arreglos, pero sobretodo, necesitas planificar. Para quien no tiene ni remotamente eso como una condición innata, caso de la menda que escribe, el asunto requiere dedicación.

Si todo seguía por el camino que iba, al nacer el bebé yo, irremediablemente, iba a estar desempleada y permanecer así no estaba ni de cerca dentro de mis planes. Como encontrar trabajo además estaba poniéndose cada vez más cuesta arriba por la historia de la crisis y tal, mi plan fue que apenas naciera el vástago, yo empezaría a buscar , si encontraba algo pronto, Ricardo pediría el permiso especial de paternidad y cuidaría al bebé hasta que pudiéramos llevarlo a la guardería.

¡La guardería! Ay Dios! hay que buscar guardería!!! Cuando uno vive en otro país hay cosas que se te escapan y yo no tenía ni la más mínima idea de como iba ese tema aquí. Mi tarea empezó por averiguar dónde había guarderías cerca de casa y cuáles eran los precios de las mismas. Ya que me olía (con tino) que sería un porcentaje importante del ingreso familiar.

El tema del precio es secreto de Estado prácticamente. Después de una búsqueda intensa sólo encontré sitios con fotos, no hubo Dios ni Google que me revelara si una guardería cuesta cien, mil o un millón…

De todo lo que vi en internet seleccioné un par de sitios y allá me fui con la inestimable compañía de mi tía Mary, que iba de testigo además de compañera de diligencias.

Llegamos al primer sitio con mi mini pancita (que en realidad puede pasar por caucho, pero te lo sobas y ya quedas mejor vista) al sitio que me gustaba más, a ver si podía reservar un cupo para mi hijo/a que todavía no era mucho más que un concepto, unas fotos borrosas en blanco y negro y la firme palabra de mi médico.

Nos atendió la Directora del "Centro", porque resulta que se llaman “Centros de Educación Infantil”, no "Guarderías", como todos las conocemos. Así te pueden reventar el bolsillo por “educar” en lugar de sólo por “guardar”.

La mujer fue encantadora de entrada, risueña, me felicitó por mi barriguita, y hasta parecía interesada en mi vida, -Ay, qué emoción, qué cambio. Ya vas a ver, lo que viene es lo mejor y bla bla bla…

Nos da un paseo mientras me halaga y nos va mostrando las instalaciones perfectas, amigables, que parecen diseñadas por el mismo Walt Disney antes de entrar en la nevera. Todo es primoroso y tú, que tienes hormonas rosa alborotadas, lo ves de ensueño todo.

Cuando ya no quieres embelesarte más, porque te está invadiendo esa sensación rara de cuando ves un bolso en una vitrina y sabes que es mejor no saber lo que cuesta, ahí entiendes que ya estás en la boca del lobo y no hay vuelta atrás. Tomas valor y te decides a hacer la gran pregunta… -Ajá, y esto al mes… más o menos está en cuánto? y esa Directora afable te mira comprensiva y te dice que por tan dedicados cuidados a tu bebé sólo pagarás... lo mismo que por el alquiler de tu apartamento más el bolso de Gucci de la vitrina.

-Ohhh… Y justo ahí, en ese momento, después que te explicó que hay calefacción en el piso para que los niños que gatean no les dé frío... la dulcísima y sonreída Directora se transforma en el Lobo Feroz de la Caperucita Roja, quitándose definitivamente el disfraz de abuelita (que por cierto hago un pequeño inciso para comentar que esa parte del cuento de Caperucita está muy cogido por los pelos, porque un lobo con dormilona no parece una abuelita jamás y nunca, pero bueno, todos nos lo hemos tragado en su momento) El caso es que aquella mujer se despojó de todo atisbo de dulzura como de si un sombrero se tratara y nos suelta que en qué cabeza cabe buscar un centro a estas alturas! Que ya te puedes ir olvidando, niña, que está todo lleno, y que ese, que además está decorado por Walt, no tiene ni Lista de Espera. Adiós!

Ahí no entiendes nada, porque eso te lo ha podido decir en la puerta, sin sonreír y sin preguntar siquiera si estás embarazada, no? No sé si lo hacen con el automático, o es para que te jodas de un golpe o para qué es exactamente… pero la cosa fue tal cual como lo cuento y con Mary de testigo.

Si lo piensas, comparándolo con ese bolso Gucci de la vitrina, esto es aún peor, porque al menos el bolso no te lo compras porque no tienes dinero, pero imagínate tú que entras en la tienda y después de que te lo pruebas, te miras en el espejo etc, la vendedora te dice: te queda bello pero a ti, no te lo vendemos. Punto. ¿Sería raro no?

Dándole una oportunidad al sistema, pensamos que la loba esta era un caso particular y que a lo mejor yo había intentado en la guardería más difícil, en fin. Así que fuimos a la siguiente de la lista y ahí conocimos a otra loba, sin el disfraz de abuelita, que te recibía en la puerta y allí te despachaba directamente. Ya es tarde!

Nos fuimos a casa sin entender muy bien cuándo exactamente era el momento en que tenías que buscar colegio. Si ya estás buscando antes de tener el bebé, qué es lo anterior? ¿Antes de quedar embarazada? ¿Antes de casarte? ¿Cuándo? A lo mejor lo ideal es que cuando tu mamá te inscriba a ti, ya vaya reservando el cupo para tus hijos, no?. Pablo estaría inscrito en el TEC de mi infancia y no tendríamos este problema!

Bueno, empecé a despertar a la realidad que se me venía encima. Tener los hijos no es lo difícil sino todo lo que los rodea. Quedó claro que ya, con un bebe de 4 milímetros te tienes que poner el puñal entre los dientes y lanzarte contra colegios, educadores, entrenadores y lo que venga en la frenética carrera por la adecuada formación de tu pequeño.

El embarazo general y el particular




El embarazo claramente se puede dividir en dos: el “general” y el “particular”, es decir, por una parte está el que viven todas las que están embarazadas, que incluye exámenes de sangre, heces, orina, más sangre, ecografías, pies hinchados, nauseas, etc. y por otra, el que vives tú en el particular momento de tu vida en donde te agarró, como me pasó a mí, o cuando lo planeaste, como le pasa a otro buen grupo de mujeres más organizadas que yo. Sin embargo, ni a las muy planificadas les sale todo como lo tenían en mente, no se crean…

Si estás en esas andadas que sepas que siempre y sin salvación te tocan los dos embarazos el general y el particular. Pero será este último el que le va poner peso a cuan bueno o malo será el recuerdo que te quede.

Como este Blog va de mis historias les voy a hablar de mi embarazo particular, y ya les adelanto que no es para hacer catarsis, esa ya la hice y es por eso que lo cuento justamente.

Estaría mal decir que mi embarazo fue malo, lo que es correcto es decir que quedé embarazada en un mal momento.

Desde que me casé, Ricardo machacaba con que tuviéramos un bebé, pero yo nunca encontraba el momento indicado. Hoy estoy convencida, y se los digo a los ilusos que no lo han descubierto que el momento indicado NO EXISTE, es un mito. Y con la misma les recomiendo, si quieren ser padres, pues para mañana es tarde, les aconsejo que no se enreden la vida como una servidora.

Al principio yo no podía tener un bebé porque necesitaba encontrar un trabajo, cuando tuve trabajo, quería un trabajo mejor, al conseguirlo entonces perseguí un contrato indefinido en ese buen trabajo, al lograrlo consideré que ya era hora de hacer un postgrado. Terminé el posgrado y me sentía capaz de encontrar el trabajo más arrecho y mejor pagado que el que tenía, y cuando lo tuve me pareció que era momento de abrir mi propio negocio. Ajá!... ¿Dónde ves tú que ahí se pueda uno quedar embarazado?

Te lo diré, cualquiera hubiera sido buen momento!

Cuando descubrí que estaba embarazada, ya tenía encima el sentimiento de haber pasado de ser de las personas más dichosas del mundo a caer en un hueco negro del espacio. Las tinieblas de un día tras otro.

Creí incluso que lo que estaba era deprimida porque lloraba por la libre y como ya había oído que si llegas a tener depre en el embarazo, en el post-parto ya te quedas de manicomio directo, entonces previendo que la situación empeorara busqué un poco de ayuda.

Siguiendo las recomendaciones de mi médico fui a una psiquiatra que para mi sorpresa, cuando entré a su consulta estaba tan embarazada como yo y más amarga que yo (descubrí más tarde). En casos como el de esa doctora, que por su oficio influye en los demás, deberían darle reposo desde la semana uno y así evitar que sus fluctuaciones hormonales le jodan la vida a alguien. Desde que entré, me vio de arriba abajo y soltó la siguiente perla:

-Aaaay, nada más te digo que lo que me vayas a contar es poco, tus problemas verdaderos no han empezado. A ver, siéntate y me cuentas…

¿Te lo crees? Que profesional la tercia, no?... Ya yo no le quería contar nada, obviamente, así que me fui con los titulares de lo que me pasaba, a lo que me contestó comprensiva:

- Te veo bastante mal, creo que deberíamos medicarte. (Eso así de entrada, pa'romper el hielo)

-¿Pero… eso no hace daño al bebé?

-Podría la verdad, pero más daño le hace una madre deprimida…

¿Podría? Pero, qué dice esta loca de mierda? Yo imaginándome el niño con una sola oreja por lo muy menos. Se encendieron las alarmas. Le dije con seguridad:

- Nooo doctora, tendremos que encontrar otra solución, esa no me sirve…

-Bueno pues te tocará medicarte apenas des a luz y no darás pecho para poder tomarte los medicamentos que te voy a mandar… y bla, bla, bla… y me soltó su rollo con cara de estar viendo a la "típica paciente necia que no acepta medicarse"

Salí de ahí acelerando como cuando te robas algo, que vas pensando que te van a pillar. Qué miedo me dio esa mujer suelta en un hospital y con bata blanca de esas que dan autoridad.

Decidí entonces que lo mejor era ir al psicólogo, era más light y así hablandito con él capaz y las cosas tomarían otro rumbo y si no, pues mira, se hizo lo que se pudo, pero a mi niño me lo dejan reposando tranquilo y sereno.

La psicóloga, al contrario de la otra, me dio confianza nada más verla. Le conté todo lo que me pasaba con pelos y señales. Cuando terminé, me preguntó serena:

-¿Todo lo que me contaste es verdad?

-Si claro! ¿Para qué te voy a mentir?

-Quiero decir, ¿no estás exagerando un poquito?

-Claro que estoy exagerando, no cuento nada sin exagerar, es de nación, pero lo que te dije es todo verdad.

-O sea, si yo ahora voy a esa Cafetería que tú me dices, está ahí?

-Claro que está ahí! (sin entender que pretendía y casi dudando de mi misma: ¿esta ahí la cafetería, no?)

-Entonces te puedo decir, para tu alivio que no estás deprimida, tienes unos problemas bastante grandes, pero deprimida no estás.

Bueno… no sé como describir el sentimiento, que maravilla! No estaba deprimida! Listo por ahí, ahora a ver qué hacía con los otros temas mientras mi embarazo continuaba tan ricamente y encima podía llorar sin miedo a que me ataran con camisa de fuerza nada más dar a luz.

De lo demás, lo sobresaliente era que mi primoroso Café, el negocio donde había invertido todo lo que tenía, más todo lo que me prestaron, (era una época en que mirando fijamente al banquero, ya te daban un crédito) se iba a pique sin remedio.

Aquello era el núcleo de mis problemas, desde ahí salían proyectadas las consecuencias hasta el infinito y más allá. Me quedaba sin trabajo, sin dinero, con una deuda gruesa (zona euro, ojo!) peleada con mi amiga, con su marido, con el mío, con alguno que pasaba despistado a tomar café! Si es que en aquellos días me pasaban cosas como que choqué el carro en la nieve por ir a abrir la cafetería, pero como nevó, nadie salió a la calle y no vendí ni un puto café con leche!


Ya tenía el fracaso estrepitoso en el lomo y como guinda del pastel, estaba embarazada!!! Coño! Es que no se podía creer! Si hasta se me murió mi perro en aquella época inoportuna! lo juro, no exagero! se murió el animalito!!!

Mi principal dolor de cabeza era que a diario tenía que tomar decisiones varias: que si pago esto y debo aquello, que si en vez de jugo ofrezco agua, que cerramos la panadería y dejamos el bar, que si abrimos de noche, que si ponemos strippers! Y encima, que si me hago la amniocentesis, que si no…

Una de las cosas que más deseaba (además de una bola ingente de dinero) era que alguien tocara el timbre y me dijera: - Hola, vengo a tomar las decisiones por ti…

La cosa no iba a estar menos jodida, pero por lo menos me sacaba de encima esa parte que me enloquece. Como ya he comentado alguna vez, yo soy más de cumplir, soy como dicen aquí "muy bien mandada".

Ya cuando creí que mi cerebro no podría con más, nos dicen que el bebé tiene una “peculiaridad”, qué palabra jodidamente ambigua ¿verdad?. Mejor dicho, que ellos creen que es una “peculiaridad”, pero que a ciencia cierta no saben si es un “problema”.

¿Un problema? Creí que alguien me estaba jodiendo… que en cualquier momento vería unas cámaras de TV, un gentío saliendo de sus escondites y un presentador bien peinado diciendo:
-Ajáaa!... te lo creiiiisteeeee! Que noooo, tonta, que no, que es una broma!... En vivo y directo para ustedes desde Canal 6!

Eso, por supuesto que no pasó. Todos los problemas siguieron ahí, estancados, solo que las prioridades se empezaban a reacomodar.

Empezamos a investigar sobre la “peculiaridad” del bebé, a ir, a venir, escáner, doppler, examen, pastillas, para allá, para acá… todo sin el stripper resolviéndonos lo otro.

Más tareas para aquellos días aciagos, una agenda que iba desde la cita para pedir la refinanciación de la deuda hasta una sesión de yoga para bajar las pulsaciones del corazón y poder hacerle los estudios al bebé. Lo mejor de todo es cuando me decían: intenta no estresarte… -Gracias, me cago en ti...

Bueno no voy a resumir nueve meses porque no sólo no es fácil, sino que es aburrido. Pero si puedo decir que en esos nueve meses, que parecieron tres años, cada día hubo una sorpresa y nada se arreglaba, parecía que todo seguía enmarañándose y complicándose interminablemente.

Y entonces un día alguien, a quien le debo aprecio eterno, me dijo: -No te preocupes más por el embarazo y sus peculiaridades, ¿hay algo que puedas hacer tú para cambiar eso? No. El Ávila mira hacia al norte, te guste a ti o no…

Era verdad, y tan verdad… sólo que desde dentro, se suele perder la perspectiva.

No podía cambiar eso, y no me estaba dando cuenta! de hecho no podía cambiar un montón de cosas.

Estaba gastando energía en intentar que el Ávila viera hacia otro lado!

Tenía que reorganizarme y enfocarme en qué caminos tomar para llegar a donde quería, siempre tomando en cuenta que el Ávila seguiría ahí, imponente, en el norte mismo, y yo tenía que buscar la forma de llegar a mi destino sin que él se moviera.

Pues ese fue un click que fue detonando los otros click-ses, que fueron recuperando mi vida, la alegría y el tiempo mal invertido en llorar y preocuparme.

Los enredos, los imposibles, los despropósitos, todo eso siguió pasando, quien sabe si peores, pero al menos yo llevaba brújula!

Hasta el parto fue un caos, aterricé en la Clínica sin maleta, mi mamá no había llegado a Madrid, no tenía lentes de pasta y la imbécil de la enfermera me quería quitar los de contacto (por seguridad de no sé qué protocolo de mierda…) y pretendía dejarme ahí con contracciones, sola y ciega.

Para el que no me conozca mucho, yo sin lentes no veo, ni oigo y no sé ni como me llamo.

Con mi novedoso mantra en la mano pensé: ¿puedo hacer algo para no quedarme sin ver en esta circunstancia?

Me fui a los gritos con la enfermera con una violencia latina desmesurada - NOOOOO me quitas un carajo! mija, Me vas a tener que sacar los ojos para que te deje quitarme los lentes de contacto! Me dejas mi vaina, oíste?... Y cuando llegue mi marido con los lentes de pasta, entonces me los quito y me los quito YO, ¿entendiste?... Que no paro ciega porque tu protocolo de seguridad diga nada! ¿Copiado, listilla… ? Tienes 15 años y me vas a venir a dar clases de protocolos! Vete por donde entraste!

Puso cara de llanto, pero se fue y yo seguía viendo, bastante serena ahora después de descargar mi furia. Entre contracciones y espeluznantes "tactos", Pude buscarle pasaje a mi mamá por el teléfono, darle indicaciones a Ricardo de que cosas meter en la maleta, y por supuesto avisar a mi socia que ahí quedaba la cafatería!.

Sin aviso (como todo en mi vida en ese momento) volvió el caos, me llevaron corriendo al quirófano para una cesárea de urgencia, corredera, para allá, corredera para acá, - Señora, cuente hasta 3… Pum! me quede frita al instante, nada de parto, nada de participación, ni respiraciones, ni concentración. Frita! Como una roca! Se puede decir que no asistí al nacimiento de mi bebé.

Pero la verdad es que uno no hace tanta falta, ahí todos sabían qué hacer, los médicos, las enfermeras y hasta la cagona de los lentes que seguía por ahí, calladita en la retaguardia.

Me despertaron todos contentos para que viera al bebé… pero como no tenía lentes… la pendeja aquella seguro que se regocijó y todo. Menos mal que ella formaba parte de la nube borrosa que veía frente a mí, porque si la diviso con sonrisita, me levanto con puntos y todo y me le voy encima.

Me tocó confiar en aquella gente y volví a caer como una piedra. De lejos escuché, …-A la sala de recuperaciooonnnnn... Tres horas más para una siestita reponedora.

En medio de aquel findemundo confuso y complicado nació ese mini bebé de menos de dos kilos que le dio sentido a todo y que decretó un reordenamiento de las prioridades, de lo importante y de todo lo demás.

Sé que suena cursi y que yo milito contra el exceso de cursilería, pero la llegada de Pablo le pasó la página a todo.

Los problemas no se arreglaron, lejos de eso siguieron su curso, pero yo adquirí otra manera de enfrentarme a ellos.

Todo cambió alrededor de mi, salvo el Ávila que sigue allí, inamovible! Afortunadamente.




La Hormona de la cursilería




Todos tenemos en mayor o menos medida inclinación a lo cursi, pero cuando quedas embarazada un fenómeno químico se sucede en el cuerpo y se te dispara esa tendencia, mantenida hasta ahora discretamente, y te deja para siempre con el culo al aire. No puedo afirmar si la cursilería brota directa de la hipófisis en forma de hormonas, para distribuirse por todo tu cuerpo y en consecuencia, nublar tu buen proceder.
Ser cursi no es nada malo, pero cuando no lo eres por naturaleza, las fotos te pasan después la factura y te sientes fatal. Así que, si lo eres de nación pues muy bien, adelante, pero si luchas con ello como yo, y estás embarazada o en proceso de quedarte te recomiendo que nombres a un fiscal que vigile esos brotes, alguien cercano y de confianza que te detenga antes de comprar un monito de Winnie Pooh, por ejemplo.

Yo tengo mis brotes, todo hay que decirlo, me gusta el forro del celular con diamanticos, tengo unas pantuflas que dicen una “I love” y la otra “You” y me encanta ver las películas esas gringas de TV “historias de la vida real” que siempre usan los mismo actores vuelta y vuelta, hoy una madre que le roban un hijo, mañana una enferma de cáncer y así. Es un hecho que soy un poco cursi, pero insisto hay que andarse con ojo durante el embarazo porque se pueden alcanzar extremos inimaginables.

Cuando yo finalmente acepté que estaba embarazada, me puse en guardia porque empezaron los regalos de inmediato, las cobijitas bordadas con motivos, los escarpines con cinta de raso (los escarpines deberían ir al museo de la tortura porque eso pica que da miedo y uno se los pone a los bebés que no se pueden rascar!) yo hasta estaba esperando que en cualquier momento llegaran las pantaletas esas que le ponen una florsota bordada en el culo (como si el pañal no hiciera suficiente bulto) pero supimos a tiempo que sería varón.

Con los varones no se está exento del fenómeno, eso hay que tenerlo bien presente, porque la gente se cree que las niñas con su rollo de mariposas y flores y tules se las llevan todas, pero les aseguro que hay cosas de varón en la misma tónica. Cambia florcita por osito Teddy y queda igual de ñoño.

Uno de los aciertos que tuvimos fue encargarle la ropa de “fuera” para nuestro bebé a nuestro amigo Mauricio. Si, amigo, amigo hombre, que se viste con blue jean, franela de grupos de rock y zapatos esperrujios. Esa, por descabellada que suene fue una sabia decisión. Hablamos con él por teléfono, le dimos unas orientaciones básicas, le mandamos el dinero y voilà! Pura ropa de marcha, con guitarras, monstruos, motos, dragones, carros y… cero Teddy Bear.

Con los regalos no puedes hacer mucho pero debes esforzarte, por ejemplo, todo lo que tenga ticket-regalo cámbialo sin remordimiento! Después cuando te pregunten, tienes varias salidas. Si no ve al bebe con frecuencia, mientes care’tabla y dices que le quedó per-fec-to, que se lo pusiste para una piñatica que tuviste y que toooodo el mundo tenía que ver con el trajecito. Si por el contrario lo ve mucho, entonces le dices que le quedaba pequeño (grande jamás, no digas eso nunca porque estará esperando que se lo pongas así sea a los 21) o también que qué pena, que le dio una alergia de ronchas infladas y que tuviste que cambiar el mameluco de chiffon con pajaritos bordados por un calienta-teteros de viaje que te hacía falta.

Hay que aplicar siempre el sentido práctico, que no te ponen ticket-regalo? Tienes dos opciones: o bien guardarlo para re-regalar en alguna ocasión y darle el coñazo a alguna madre que no haya puesto fiscal, o dejarlo estar por ahí divagando entre gavetas hasta que ya no le quede al niño, y lo regalas con la ropa vieja, con lástima porque está sin estrenar, pero lo regalas.

Pablo tuvo suerte. Tuvo chivas rosadas porque mis tres amigas aquí tienen niñas y aunque escogidas, alguna le puse, sin embargo es preferible ponerle su babero de Hello Kitty, que es una persona bastante más seria que Baby Mickey o, horror!, Winnie Pooh (por no hablar del cabra loca de Tiger, o el Christopher Robin, que es el que lleva a los demás por el mal camino).

Mi tia Carmen tan querida, me mando muchas cosas, y entre ellas venía el traje bautismal. Nosotros no hemos bautizado a Pablo pero les juro que no ha sido por no ponerle el terno en cuestión. El caso es que la pinta fue quedando, quedando… sus zapaticos blancos (de uso exclusivo de cubanos y bebés) un traje de bombachas de piqué fino, fino, una mantita combinada con el atuendo, todo bordado primorosamente con un motivo que destilaba melado y lo más arrecho, un sombrerito con la misma combinación y rematado con ribete de encaje.

Ustedes creen que si Pablo se ve algún día en una foto con esa percha, me va a perdonar? Yo no se lo perdonaría a mi mamá. Por cierto que ella nos hizo muchas putadas a la hora de vestirnos, pero no iban por lo cursi, su tendencia era más bien de desubicación en el tiempo, en los 90 íbamos como en los 80, en el 2000, como en los 80… en el 2010, como en los 80… y así sucesivamente. La única cursilada que recuerdo (tomar nota que sí se queda clavada en la memoria) fue el peinadito de la Primera Comunión que nos encasquetó a todas la hermanas, y que odiamos hasta el día de hoy, porque no es que nos veíamos cursis, nos veíamos pajúas.

Pero todo el mundo tienes sus fallos, dígame si te regalan ropa de diseño? ahí tus circuitos se te atontan. Puedes tener suerte y que sea arrechísimo o que te toque tu osito azul de Calvin Klein, que ni por ser el Sr. Klein que es un tipo serio se salva de ser cursi. Uno se cree que porque tiene firma está salvado, pero eso no es así.

Pues no, no se le pone, ni Armani, ni Ralph Laurent, ni Carolina Herrera ni ostias, hay que ser objetivos que el tema es serio.

Por cierto, hablando de Carolina Herrera… ¿alguien ha visto que hay cochecitos de bebé de CH con su monograma everywhere? Eso si es la bomba atómica: cursilería con comemierdería incluida. Eso sí que es mucho con demasiado, no lo hagan nunca por favor, ni que estén forrados de dólares.

Para abundar debo decir que la que trabaja en la tienda de CH del Corte Ingles, aquí cerca de mi casa, reconoció mi acento porque los venezolanos somos sus mejores clientes y ya “nos” ha vendido varios cochecitos de esos tan abominables. A mí que no me pongan la excusa de que “como Carolina Herrera es venezolana…” porque la última vez que la Carolina Herrera pisó Maiquetía fue de salida y además a ella el rollo de ser latinoamericana en Estados Unidos le queda súper fashion, pero nada más, porque firma “Carolina Herrera, New York” no Caracas, además se autodenomina “Caroulina Jerrera” (hay que hacer unos movimientos difíciles con la lengua). Bien hecho que el apellido es Herrera y no otro más disfrazable Le ha debido tocar Chacón para que se joda.

Bueno, pero ya dejo en paz a esa mujer que a mí no me ha hecho nada y que además quiero un bolso de ella pero cuesta 500 euros y Ricardo dice que prefiere quemar el billete que pagar el bolso. Sigo con lo que estaba.

Decíamos que la cursilería no es mala en sí, pero hay que tenerla a raya, dejarla fluir en dosis muuuyyy controladas, y dejar que tus hijos la confronten de a poco y vayan conformando su criterio.

Mi amiga Gloria es la mujer con el closet más grande y variado que yo he visto jamás. Cuando nació su hija, el closet de ella quedó pequeño al lado del de su retoño que era un cuarto lleno de todas las “combinaciones” posibles para vestir a la chiquilla. Yo estoy segura que cuando esa niña se vista por su propio pie no se va a quitar de encima unos bluyincitos con huecos, una franelita percudida y uno zapaticos de goma desgastados. Porque los hijos te somos así, jodedores.

En resumen, cuando te veas en las fotos de bautizo, no temas reclamarle a tu mamá, seguro que ella en su momento dudó si encasquetarte aquel disfraz. Pero lo hecho no tiene arreglo, no hay vuelta atrás. Lo que sí tiene arreglo es no dejar que pase otra vez! Recuérdalo, nombra tu fiscal, y ante la duda, consulta.


El primer trimestre

Y pasado el susto llega el magnífico embarazo... Qué bolas el embarazo! Francamente, qué bolas…

A ver quién es el que lee esto y se acuerda, porque tenemos unas células en el cerebro que hacen como el palito con flash ese, el de Men in Black, te tiran un rayo y después que todo ha pasado, tus recuerdos son puro tralalá. -Qué bello momento ese, cuando tenía a mi bebe dentro de mi... tiru ri ru ri…(música con sentimiento)

Lo primero es destacar que Dios, en eso, sabía lo que hacía, sólo las mujeres pueden aguantar ese calvario. Si los hombres quedaran embarazados no se los calaba nadie, no habría matrimonios, ni hijos, ni nada, sería un desastre, el vacío.

A mi papá le hicieron la circuncisión cuando ya era un hombre y se pasó mes y medio con una falda de flores puesta para no rozarse con nada, caminando como con un balón de fútbol entre las piernas, tomando sopita de pollo de corral y sentándose al cantaíto de: Ayayayayayyyy, abajo... Ayayayayayayyyyy arriba.

Yo no digo que una circuncisión no duela, pero que le hagan una episiotomía a ver. O peor, que no se la hagan y se desgarre...! pff

El embarazo sólo se lo puede disparar una mujer y en realidad, no todas, pero algunas lo descubrimos tarde. Las mujeres somos natas sufridoras silentes:

-Te duele?
-No mucho, estoy mejor
-Del 1 al 10?
-Bueno como 8 y medio.

Un hombre llegaría gritando, -Me dueleeeeee esa verga!!!! Quítenmeloooo!!!Yaaaaa…

En el primer trimestre del embarazo cuando estás que no das pie de vomitar y que no entiendes si lo que te pasa es que siempre es así y nadie lo dice o que tú llevas el peor de todos los embarazos. Tus amigas, madres expertas todas, te dicen que no te preocupes, que eso es sólo el primer trimestre, que ya verás que en el segundo todo es fenomenal.

Te digo que para mí, desde primaria, un trimestre no significaba tanto.

"Tranquila es un trimestre"... ¿un trimestre? Por si alguno no desglosó la palabra, un trimestre son 3 meses! tres meses vomitando!!!

Pero es que acaso todo el mundo perdió la sensatez? Cómo puedes decir "tranquila que esto es SÓLO un trimestre". ¿Tú te imaginas ir al doctor y que te diga: "tranquila, el malestar de la fiebre se te quita en octubre" y estamos a final de Julio?

Así que ahí estás tú, sin quejarte porque Dios te bendijo con un bebé, vomitando, con mareos y tranquila porque esto SÓLO durará tres meses.