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Las dos rayitas


Me imagino que algún día le tendré que confesarle a mi hijo que cuando me quedé embaraza de vaina me muero, y no de felicidad.

Voy a esperar que él tenga sus hijos a ver si así entiende que tú, sientas lo que sientas, después los quieres un montón.

Esto lo entendí el día que, siguiendo lo que manda el manual de instrucciones de una buena mamá (que en algún lado te insertan) fui a comprar una cosa que llaman "álbum de bebé" que es como un diario fotográfico y anecdótico del embarazo, el primer año, etc. No sabía bien si esto servía de algo pero como todo el mundo lo hace y yo no soy nada rebelde, pues lo hago también. Si se tiran por un barranco, me tiro detrás. Soy así, con falta de personalidad.

El caso es cuando iba a pagar el dichoso álbum abrí las primeras páginas y en la segunda había una especie de carta donde decía:

"Querido hijo ________ (espacio para escribir el nombre, y ojo! no cabían Yubiritzaidas ni Guarsabetzes)...a continuación te cuento como fue el día que nos enteramos que estábamos embarazados" firmado: mamá y papá.

Ooook… cerré el libro, salí de la cola y lo puse donde estaba.

¿Cómo le voy a contar yo a mi niño querido que el día que me enteré que estaba embarazada me dio una crisis de llanto y mocos con nervios, que me hice la prueba en el baño de una cafetería, que estaba sola y que llamé a mi mamá y no a su idealizado papá?

No puedo decirle, "te estábamos buscando" porque obviamente no era así, la cosa fue una noche de esas de "una vez no pasa nada"... (Aunque yo tengo la firme sospecha de que mi marido sí pretendía que pasara, pero él disimula para no quitarme la ilusión de que yo controlo mi vida y no él). "que fue el momento ideal..." En absoluto, en realidad si me hubiera quedado embarazada a los 15 años de mi novio rockero y peludo, que no cruzaba palabra con mis padres, habría sido mejor momento que aquel.

Pues allí estaba yo sentada en el piso de un baño público, con la prueba entre las manos, que por cierto dice en las instrucciones: "deje que el pis empape el algodón y espere 3 minutos para ver el resultado: dos rayitas positivo, una rayita negativo"

3 minutos? Serán 3 segundos! Yo oriné en ese palito y cuando miré ya estaban ahí las 2 rayitas!!!, tan rápido que dudé si siempre habían estado ahí! Igual esperé mis tres minutos de reloj a ver si se borraba una, pero nada, las dos rayitas
estaban allí, inconmovibles.

Llamé a mi mamá llorando como si se hubiera muerto alguien cercano, la asusté, imagínate! la pobre mujer a ocho mil kilómetros de distancia, a las 6 de la mañana (que menos mal que ya había amanecido porque con gusto la habría llamado a las 3:00 am)todo para decirle -babáaaaa esdoy embbarazadaaaaa….

Ella me calmó e intentó, como era de esperarse, explicarme que eso era bueno, no malo, y que todas las cosas que estaban desbarajustadas en mi vida se iban a arreglar... ella estaba contenta porque ya sabía que todo sería alegría, pero yo seguía inconsolable, arrastrando las cadenas.

Lloré un buen rato y cuando tuve fuerza para despegarme del suelo del baño, repito, público, me fui derechita al médico. Ya saben que aquí en España vas al "médico de cabecera", nada de tu ginecólogo de toda la vida, que se tratan de mejores amigos, tienes su pin, le preguntas a qué restaurantes ir, etc. Aquí te toca el médico de cabecera asignado, el mismo que está harto de ti y de los cientos de pacientes que ve a diario, con las dolencias más variopintas del planeta. Esperé como mil horas para que me atendieran, confiando que quizás con la espera desaparecía una rayita.

Cuando finalmente pasé, me atendió mi médico, una de las mujeres más antipáticas que ha dado la madre patria. Entré con mis ojos hinchados, mi pantalón hecho una mierda y mis dos rayitas:

-Buenas, dime (sin mirarte, claro está)
-Muy buenas, vengo porque creo que estoy embarazada…
-Crees que estás embarazada o estás embarazada?
-No lo sé…
-Pues si no lo sabes tú, ven cuando lo sepas (aquí no se usa el "usted”, que de vez en cuando buena falta que hace)
-Bueno mire, es que me hice una prueba y salió positiva, dos rayitas.
-Entonces estás embarazada
-Pero y… Si salió mal?
-Salió positivo?
-Si...
-Pues estás!
-Seguro?
-Si, seguro. Quieres algo más?
-Si claro, que tengo que hacer?
-Pues nada, irte a tu casa, contarle a tu marido... (ja,ja… qué maja)
-Pero nada de nada? Tendré que ir a un ginecólogo o algo… no?
-De cuanto estás?
-Pero yo como voy a saber de cuanto estoy!
-Cuando fue tu última regla?
-No lo sé…
-Pues si no lo sabes tú... (Otra vez)
-Bueno pues no lo sé, usted dirá que hacemos. O no? Será que espero a parir y le cuento?
-Tienes que decirme cuando fue tu última regla para saber, la primera cita con el ginecólogo es cuando ya tengas 9 semanas.




Esta fue la introducción a la jerga esa de hablar de semanas en vez de los meses de toda la vida y claro, tener que sumar, restar y multiplicar para meeeedio entender cómo crece tu chiquito.

Salí de allí peor de lo que entré, y eso que me salté la parte en que la muy zorra se burló con la enfermera de que yo pensara que una prueba positiva podía salir mal. Hay que joderse con la delicadeza española.

Mi día seguía sin mejorar, las dos rayitas seguían ahí y todo indicaba que, efectivamente, estaba embarazada.

Llegué a mi casa y me acosté a dormir una siesta de esas que dices, déjame acostarme que a lo mejor no me levanto más.

Al oscurecer llegó el culpable... el enemigo mismo. Me desperté cuando escuché que estaba en la regadera y allá me fui, me metí dentro de la ducha (confundiéndolo, claro) y empecé a reclamarle muuuchas cosas, de antes, de ahora, a exigirle todo y más, a decirle que así no se podía estar, que era un idiota y que todas las cosas estaban mal por su exclusiva culpa.

Puso la cara de comprensión a los locos y me dijo, en tono pausado, pretendidamente tranquilizador

-Qué te pasa Vi?
-Qué estoy embarazada!
-Heeeeeeeeeee!!! Oé, oé, oé, oé….Oé, oé…!!! Sí, sí, sí, sí!... el elefante prrrrr prrrrr!... No joda! Donde pongo el ojo, pongo la bala! Claro que sí!...

Querido y adorado hijo Pablo, así fue como papi y mami supieron que llegarías, espero que hayas pasado los cuarenta cuando leas esto, porque te juro que te queremos infinito y no creas nada cuando la gente cuenta que todo se vuelve mágico con la llegada de un hijo. Es un peo atómico, aunque sea lo mejor que me ha pasado en la vida.

Con amor, mamá

Vi



Por fin el Blog


No se puede decir que yo vaya al día tecnológicamente hablando... llego tarde, pero al final llego, que es lo importante!

Cuando mi mamá me dijo que no podía creer que aún no tenía Twitter decidí que me estaba quedando atrás y ahí voy... aún no le agarro el golpe, pero religiosamente lo abro y leo. Nada que la perseverancia no me recompense más tarde.

Después del Twitter, y a pesar de que no me he podido desprender del anticuado blackberry y cambiarme para un Iphone o un Samsumg con pantalla táctil e Instagram, he decidido incursionar en el Blog.

Nada más empezar descubrí que no puedo alterar las fechas, con lo que publicar las crónicas que ya escribí es un problemita, pero ya lo resolveré, estoy embalada.

Bueno, está presentación pretende poner en antecedentes al que caiga de improviso.

Mi nombre es Virginia y tengo 34 años (creo que no lo había escrito nunca, qué horrible) tengo dos hijos, un esposo, unas matas preciosas, una casa con una pared azul, una familia política en Madrid y unos amigos fieles que toman café conmigo. Todos ellos dan contenido a mi vida y a mis crónicas. Desde hace 10 años, vivo en Madrid lejos de mi familia mía, con lo que la escritura, las fotos, el skype y el teléfono son la manera de mantenerme en contacto.

Hasta que tuve a Pablo no me había dado cuenta de lo importante que es esta comunicación, y a pesar de que el día dura poco y que trato de ser una mamá moderna, una buena hija, una excelente esposa y al final si queda algo, me doy una ducha sólo para mí y hasta me lavo los dientes, tengo que escribir más.

Desde que nació Andrés no he escrito mucho, pero retomaré... aunque antes voy a contar lo que ha sido hasta ahora.