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Un bebé de camino y el corazón ocupado

Vas a tener tu segundo bebe…  y la mente: en blanco

No has leído nada porque se supone que ya lo sabes todo, pero en realidad no lo sabes, no sabes nada… y sobretodo, tienes un mezclote de sentimientos difícil de explicar, ya no te digo de controlar.

Sencillamente no entiendes cómo vas a querer tanto a un niño nuevo como quieres a tu hijo que ya está ahí, que ya se ha ganado el cien por cien de tu amor día a día, ese hijo se lo ha currado, podemos decir. Y aquí viene otro y se supone que lo tienes que querer igual.

Sólo piensas en la reacción de tu pequeño, no el que viene sino el que ya está! en cómo se va a tomar la llegada de este intruso a su vida…

Con dos años y medio de edad, por más que vea que te crece la barriga y que hay cambios en el ambiente, realmente no se hace una idea de lo que viene. Lo va a vivir en su momento, cuando pase, no como tú, que vas adelantando acontecimientos de manera de poder angustiarte.

No quiero causarles traumas a mis niños, pero cuando ese bebé (segundón) está en tu barriga, yo aún no lo sabía querer, sólo me importaba el otro, mi Pablo, mi pobre Pablo: son sentimientos raros, difíciles de interpretar. Y ojo! hablo de mis sentimientos! Que ya bastante me cuesta intentar precisar como para decir que así se sienten todas las segundas mamás. Eso ni por asomo, yo de las otras no tengo ni idea.

Con todo eso por dentro no te queda otra que fiarte de los que tienen más de un hijo y te dicen que es una maravilla, que los vas a querer a los dos, que ya verás. Te lo dicen un montón y me hace preguntarme si estos sentimientos ocultos también los han tenido estos padres múltiples, pero no indago, por si soy solo yo. En realidad sí que les creo, incluso me creo que mi mamá quiere a mis demás hermanos tanto como a mí, aunque que yo soy la primera, que quede claro!

A todo el mundo le funciona, pero tú estás ahí con una conmoción por dentro y por supuesto sin atreverte a compartirla! Si ya como mamá estabas en observación, no está la cosa como para llevar más agua al molino.  Avocas tus energías entonces a suavizarle el cuento a tu hijo mayor, como para que vaya “entendiendo”. Y ya de paso lo vas entiendo tu también.

Yo, de buenas a primeras, decidí que para Pablo sería un gran trauma meter una cuna y quitarle un porcentaje alto de espacio libre en la habitación que había sido suya en exclusiva. Entonces se me ocurrió la brillante idea de cambiarlo todo! Eso haría que Pablo tuviera un cuarto nuevo y no una cuna atravesada e invasora en el de siempre.  Muy bien! Que madre más lista que soy.

Un cambio de esa magnitud, cuando se tiene con qué es cosa fácil.  Llamas a una decoradora y le expones todo tu lío y tu gran idea. Le dices que se las arregle para trasformar cuatro metros cuadrados en un paraíso infantil para dos. Quiero que sea esto así y asado, que el niño sienta lo otro, etc.

Esta fábula en mi realidad, es otra cosa y la trabajadera a marcha forzada estaba cantada.

Aparte de mi jornada de trabajo de ocho y de los extras como mamá y ama de casa, asumí también el cargo de decoradora en mi tiempo libre. Todo en plan económico-práctico,  imbuida en el espíritu de los programas de diseño que pasan en la tele donde un diseñador pone una rama seca en medio de la sala y luce como si la hubiera sacado del  MoMA.

A mí la rama me queda como una rama seca sin más. Así que la cosa estaba difícil, pero yo no echo para atrás fácilmente. Allí me tenías decidida a crear un cuarto nuevo, pintando con la panza a punto, Ricardo subiendo y bajando del trastero, buscando precios, armando cosas: estantería OBSÖM, mesa PVEJMON…

Mirando hacia atrás me pregunto si a Pablo le importó para algo el cambio o si realmente dejé ahí mi aliento para que la criatura tenga ahora un cuarto azul que antes era verde.

No lo voy a saber jamás. Menos mal.

En esta tónica fui tomando decisiones una detrás de otra, aderezándolas con el peso del remordimiento de que le iba a alterar el mundo a mi príncipe.

-Pablo: esta bañera era tuya, pero como tú eres taaaan, taaan mayor y ya no cabes,  se la vamos a dar al “bebé”, (bebé, así, en despectivo, como diciendo, -qué horror ser un bebé, ser mayor es lo que mola…)

Para empezar Pablo dejó de usar esa bañera cuando tenía un año, es decir, no se acuerda! Porqué le tenía que explicar que era de él? Para crearle un sentimiento de posesión que seguro no tenía!? Que lista esta madre! Ah? Luego dicen que porqué a los niños les da celos: te lo digo  yo, porque los padres somos unos tarados.

Igual que la bañera, veinte cosas más: -Pablo esta ropita de recién nacido era tuya, Pablo estos juguetes eran tuyos, esta cuna era tuya…

A todas estas no se te ocurre ni comprarle un par de medias al “nuevo” que total ya tienes todo… esto sí que debería darte remordimiento y no estar explicándole chorradas a Pablo.

La única justificación que encuentro ahora que ha pasado el tiempo es que en ese momento no lo ves, pero está claro, la verdad te estalla en la cara.

Desde que Pablo es pequeñito (más) lo llevamos mucho al cine, y en esa época fuimos a ver una peli que se llamaba Real Steel (Acero Puro / Gigantes de Acero). Una de esas películas que están bien, sobretodo porque sale Hugh Jackman, pero que pasan por el cine sin pena ni gloria, a menos que mi hijo la pille con ganas, como fue el caso. Porque a él si una peli le da con frenesí… agárrate.

La película iba de unos robots boxeadores y Pablo estaba con obsesión por el tema, así que yo decidí que qué mejor sorpresa que su hermano le trajera de “regalo” de nacimiento unos robots de la película?

Eso del regalo de nacimiento es otra burrada en la que me anoté, porque a ver cómo un bebé que nace va a traer un regalo? Si el Niño Jesús ya te planteaba dudas con eso de nacer y repartir regalos en plena noche de 24 de diciembre, y era el hijo de Dios, que será de un hijo mío! Acaso tenía los regalos apretuñados con él en la barriga?

Si la remodelación de la habitación fue una complicación, fue superada con creces por esta nueva tarea que me había auto-impuesto. Resulta que como la peli pasó sin pena ni gloria, pues no había juguetes, ni barajitas, ni había nada de nada, ni los chinos, que aman un robot, hicieron algo al respecto.

Estaba decidida (y terca) así que busqué, busqué y jodí (porque yo no soy de búsqueda silenciosa, si no de poner a trabajar a todo el que encuentro en el camino) y al final di con los dichosos bichos en USA. Pues nada, eso era coser y cantar. 

Convencí a mi amiga Daniella de lo importante que era que ella (la pobre más buena que el pan, porque yo me habría dicho que no con cualquier excusa barata) me buscara los robots allá y encima me los mandara por correo!!!

La pobre hizo la diligencia completa y ni te creas, el paquete se tardó, se perdió, número de seguimiento para allá, para acá, un caos.

El día que me iba al hospital para tener a Andrés, me quedé con mi barrigota y mi maletica, parada junto al portero de mi edificio durante una media hora, esperando que viniera el cartero con el paquete que había pasado semanas acechando por toda España a ver dónde estaba. Hasta que no llego no me fui.

¿Tú ves normal que una embarazada de nueve meses esté, el día que va a tener a su bebé, esperando un paquete con unos robots de Real Steel? Impensable. No es natural.

Los sentimientos de esa época son difíciles de describir, pero como siempre ocurre, los que lo han vivido lo saben y los que no, lo han oído, nace tu bebé y te enamoras! Y tu 100% de corazón dedicado a tu único hijo renace con otro 100% que tenías escondido y ahí está tu bebé nuevo, tu hijo mayor y tus robots… todo perfecto.

No es fácil controlar los sentimientos cuando vas a tener un segundo hijo. Los que no lo tienen les toca fiarse de los que lo hemos tenido y decirles que es igual de fantástico como cuando tienes el primero, las prioridades se recolocan, tu vida cambia y sí, es verdad que había más espacio en tu corazón.

1 comentario:

  1. Es precioso Vivi. Gracias por compartirlo. Para los que lo vivimos de fuera, la hazaña de que Andrés haya conseguido llevarle a Pablo un robot así, fue increíble. Y para Pablo estoy segura de que también fue así. Besos. Fer

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