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El Segundo Tsunami


Lo viviste, te acuerdas claramente, alguien te lo recordó, lo escribiste y sin embargo... ahí vas otra vez. Con un par, dirían aquí.

El tiempo desdibuja los sentimientos, eso había oído y así es. Según recuerdo de las clases de psicología en la universidad,  uno lo que guarda de un impacto en la vida es un recuerdo vago de cómo te sentiste. Tiene que ser esa la razón de porqué cometes ese segundo crimen contra tu humanidad y vas, como si tal, y te vuelves a quedar embarazada.

Yo nada más te digo que antes de quedarme embarazada de Pablo estaba hecha un figurín, 60 kilos de peso, jeans 28, camisas M, una estándar en toda regla.  Era el primer embarazo y con  los problemas, la depresión y el cuento me metí veinte kilos entre pecho y espalda! Veinteeeee!!! Agarra ahí veinte bolsas de arroz y te las repartes por todo el cuerpo y después me cuentas!!!

Los 20 kilos no eran para siempre, claro que dejé de estar embarazada pero no dejé de estar gorda. Pablo pesó menos de dos kilos, vete restando. Lo que salió de líquido, bolsa y otras cochinadas fueron seis kilos, van ocho si redondeas al alza. Quedan doce, mi hermano, “patipasiempre”.

Después me ensartaron con el siguiente mito: -Tranquila niña, que dando el pecho pierdes un montón y te quedas chupada…- Eso le pasará seguro a Victoria Beckham porque lo que soy yo, le di pecho a mi niño cuatro meses y bajé dos kilos. Es decir que para cuando mi bebé ya no tenía nada que ver con mi leche ni con nada, yo llevaba diez bolsas de arroz mal repartidas entre caderas, muslos y michelines. Una gorda, en dos platos.

Mi amiga Laura no ha tenido hijos todavía pero acertó cuando me describió la situación como un tsunami, ¡qué precisión! Tener un hijo es un auténtico tsunami! Llega una ola y barre todo lo que hasta ahora tú entendías como "tu vida"

El segundo embarazo tiene sus cosas muy buenas, a ver, que tampoco hay que ponerse a gritar como con el primero, que uno sí está autorizado para llorar con moco pero fíjense, para seguir con el ejemplo de antes. 

Cuando sucede un desastre natural de estos, el sitio queda hecho una mierda, barrido, inundado, destruido. Lo que había antes, desaparece. Peeeero... también hay que decir que cuando se recupera, gana.

Ahí están los japoneses con sus terremotos sin ir más allá, se les derrumba todo a cada momento y cada vez lo reconstruyen mejor! Por supuesto, hay que hacer el trabajo de reconstruirlo, esa labor no se las quita nadie. Pues con los hijos igual, que si te compensan? Sí, y mucho, porque después de un tiempo te quedas como Tokio, que es una ciudad magnífica. Pero no olvides que surgiste de las cenizas y que tu antigua vida se fue con la ola que lo arrastró todo.

Ahora, que ya han pasado dos años del aquel primer desastre natural, ves el fruto de tu esfuerzo. Ahí está tu reconstrucción, la ciudad con el césped cortadito, todo de estreno y funcionando, ahora todos saben qué hacer, donde ir, como actuar, ya puedes sentarte tranquilamente en un banco, en lo alto de una colina modelo pradera, a contemplar el paisaje de tu vida y ver que prácticamente no hay escombros, (siempre hay alguno escondido porque los escombros son como las cajas de las mudanzas, no desaparecen del todo nunca) contemplas con deleite que todo funciona y dices: -Ya estoy lista!

¿Lista? ¿Cómo que lista? Pues no! Ahora es como si los vecinos de New Orleans estuvieran buscando su segundo Katrina! ¡Venga Katrina! Ahora que ya hemos puesto las paredes y reconstruido las casas, ¡venga! ¡Ven y bárrelo todo!!!  Todo además como un reto, los de New Orleans se sienten poderosos porque ahora pusieron las esclusas en su lugar y son más grandes y más fuertes, pero sabemos que cuando llega un tsunami, un terremoto, maremoto, Katrina, Sandy, Charly y la madre que los parió, arrasan con esclusas, con paredes de ladrillo, de hormigón, con las nuevas tecnologías y los materiales novedosos, con todo!

Pues si, con esa lógica aplastante, tú vas y ahí tienes: tus dos rayitas otra vez!!! Y ahí llega tu tsunami, auto-inducido en esta ocasión.

Después de la experiencia anterior, yo intenté ser un poco más organizada, y quizá un poco, un poquitiiiico, un pelín más, sí que fui, pero que va, mi personalidad modelo desastre natural se impone sobre mis otras personalidades. Llámame polifacética o bipolar, me da lo mismo.

Como yo ya estaba “lista” y para equilibrar la insistencia de Ricardo, que nació preparado, me planifiqué para “empezar a buscar” después de volver del viaje familiar, para estar en la boda de mi hermana y poder disfrutarlos a todos sin líos de embarazo de por medio. Ahora va a ser distinto, planifiqué mi próximo embarazo para Octubre, al regreso, sin estrés… y que sea lo que Dios quiera… 

Les resumo diciendo que el vestido que me llevé para la boda no me cerró debido a los esplendidos tres meses de embarazo que tenía cuando mi hermana se casó.

Lo intenté de verdad, lo del "plan" lo preparé y créanme, que yo sé qué hay que hacer para quedar embarazada cuando uno quiere. Pero es que quedarse embarazada de uno a la primera es un choque, pero del segundo a la primera, también??? ¡Coño, por Dios! Qué mundo desigual e injusto! Tanta gente que pasa meses o años buscando y deambulando por médicos, pastillas, midiendo temperatura, comiendo yemas en ayunas... Es que la naturaleza es radical! Unos porque no pueden quedarse y otros porque no pueden equivocarse!

Yo pensaba que ahora podría mirar esas páginas web que te dicen cuando ovulas, cuando es mejor, cuando es peor... comentar con mis amigas, sentadas frente a un café –Te digo, no sé qué hacer, llevo un par de meses intentando y nada, algo estamos haciendo mal y bla bla bla...

Mirando hacia atrás, menos mal que cuando era más joven extremé precauciones, porque a la vista está que tenía los números para ser una madre adolescente múltiple.

El caso es que yo seguía con mi plan de empezar a buscar en Octubre y en agosto ya estaba requete embarazada, pero como aún no estaba buscando, ni siquiera me di cuenta porque jamás anoté la periodicidad de mis reglas, para mi era un sorpresa mes a mes, ya sé que eso se debe hacer y yo lo he empezado a organizar mil veces, como los alcohólicos anónimos su vida sobria, hoy si que lo anoto! Y así hasta el próximo mes.

El caso es que tardé en darme cuenta de que estaba embarazada y en esos días de verano y de relax, con mi vida bajo control, me dediqué al disfrute. Salí, comí sushi, tomé alcohol, salté a la cuerda, no me quedó nada por fuera del manual de lo que "no hacer durante el embarazo" Me faltó una radiografía, porque no me rompí nada, que si no, voy derecho a hacérmela. Hasta comí carne cruda... no medio cruda, vuelta y vuelta, à point... no, no, cruda crudelia, steak tartare, que no comía desde hacía años y con ocasión de que es peligroso durante el embarazo, me embutí cuatrocientos gramos de carne cruda revuelta con huevo crudo también.

Una vez que descubrí que estaba embarazada, realidad más cruda que la carne, entré en pánico de no poder viajar, devolví el vestido que me había comprado bien apretado porque pretendía bajar de peso, compré uno más grande, que el día de la boda tampoco me sirvió y traté de llevarlo todo con presunta normalidad aunque está visto que la normalidad no se me da fácilmente.

Lo primero que me pasó, una vez asumido el terremoto lejano que lanzaba la ola hacia mí, fue hacerme las pruebas de sangre y exámenes diversos de estos casos y cuando fui al médico me encontré con el siguiente panorama

Doctora:  -Está todo bien, salvo una cosita, pero no creo que sea nada… algún un error de la prueba, a veces los valores se alteran por cualquier cosa…
Yo:       -Un error?... Pero de qué?
Doctora:  -Tienes aquí unos valores un pelín altos, pero es que las posibilidades son muy remotas, no te preocupes para nada...
Yo:       -Pero los valores de qué?
Doctora:  -A ver, como te digo… No creo... Tú has comido carne cruda el último mes?

Ca-ra-jo!!!!

Resulta que me salían altos los valores de toxoplasmosis (qué nombre siniestro!), que es un bicho que viene con la carne cruda y claro, la posibilidad de tenerlo es remota porque ninguna embarazada en su sano juicio come carne cruda.

Resumen de los primeros tres meses de ese segundo embarazo, un para allá y para acá infinito de exámenes, pruebas y sobre todo, de secretos, porque cómo dices que estás embarazada si en el fondo no sabes si el embarazo va a seguir?  Aquí no cabe el famoso –Es que estoy medio embarazada… Pero en mi caso, sin lugar a dudas estaba medio embarazada, a lo mejor las cosas salían bien y a lo mejor no salían.

Al principio pensé, listo, no se lo digo a nadie, porque además si tenía que tomar alguna decisión, prefería que sólo lo decidiéramos dos y no veinticinco, cada uno desde su realidad, su religión y su remoto país.

El problema de este plan radica en que no soy de estas flacas que hasta el mes siete no se sabe si tienen indigestión o embarazo, esas que se quedan chupadas al dar pecho y mantienen la leyenda maldita. Yo arrastro aquellos 10 kilos que jamás me logré quitar y soy de mala postura de tradición, así que no hay mucho para la imaginación.  

La boda de mi hermana era en la playa es decir, íbamos todos en traje de baño la mayor parte del día, encima estaría toda la familia presente, los primos que me dejaron de ver cuando era joven y liviana, todos.

Decirlo era malo, no decirlo peor.  Al final resolví aflojarlo poco a poco y sin celebración, pero no fue fácil...

-Primaaa… cuanto tiempo!, ¿cómo estás?! Cómo te tratan los gallegos? (inciso para los españoles: en Venezuela, español = gallego. No pretendemos ofender, nada de eso, es una manera de llamarlos, a lo mejor por el porcentaje de población gallega que llegó allá, que resalta, en fin, que nadie se sienta)…Qué tal te va…  Hace mucho que no venías, no?...Bueno, mal no te va, ahhh? (mirando fijamente tu bikini rebozado de carnes) –Qué? Mucho jamón serrano?, la tortillita, no?!... Ja ja ja, mírate! Estás hermosa… (o sea gorda).

- Siiii primo… qué bueno verte también… Pues sí, me va bien, pero no, no todo es comer jamón, ya sabes… También se trabaja y eso, además parte de la hermosura es que estoy embarazada…

Respiras hondo y por un segundo disfrutas de tu victoria, pero enseguida te vas a arrepentir cuando tengas que explicar.

-En serio? Qué bueno! Ay prima, no sabía! Como no me dijo mi mamá! (clásico rebote de culpa) Yo la mato!...  Ja ja ja…  perdóname vale, no sabía...

-No, si es que no lo sabe casi nadie (mentira, ya estás en la calle...) es que tengo unos problemitas ahí que a ver si se resuelven...

Ahí tratas de darle fin al tema, a ver si con la cara de lástima logras darte a la fuga y que el primo le pregunte a su madre o a otro qué coño es lo que tengo, pero eso no pasa, ¿quién no quiere saber exactamente qué sucede? y ahí te ves tú diciendo, -Es que tengo ta ta ta y ta ta ta… y hay que ver si...

Aquí viene la segunda parte del interrogatorio, en la que te toca develar tu vida, con lo bien que habrías quedado dejándolo que pensara que vives en España a punta de jamón y tortilla!

-Toxo qué!? Coñooo prima, qué vaina! Y tú tienes muchos gatos? Duermes con ellos?

-No, que va... Allá parece que es más probable contraerla por comer carne cruda

-Cruda!? Pero quien come carne cruda...?

Ya no hay vuelta atrás. 

Lo sabio habría sido no decir nada, pero no tengo suficiente personalidad para asumirme gorda.

Ese es el resumen del primer trimestre pues... un desastre, porque así va una por la vida, y aunque me quede embarazada cuatro veces sé que por “a” o por “b”, en alguna parte resbalo...

La parte buena es que tengo una vecina que tiene cuatro niños, es la única de las madres de la piscina del edificio que lee la Hola mientras sus hijos revolotean en el borde justo de la piscina (el mayor tiene cinco años, ojo!). La otras mamás, cada una con la mirada fija en su pequeño, corremos para allá y para acá, les gritamos, los regañamos, nos metemos en la piscina aunque el agua esté como un témpano, los jalamos para la toalla, etc. Un día hable con ella y le pregunté como hacía para estar tan tranquila teniendo una bebe gateando libre por ahí.

Me dijo, viéndome la panza y con un pelín de lástima: el primer hijo es un cambio increíble pero a los meses lo vas medio manejando, con el segundo pierdes los mandos absolutamente y crees que será imposible. Cuando vas a tener el tercero, te deja de importar tener las cosas controladas y el cuarto, ni te cuento, a ese lo crían los hermanos.


No me dejó más tranquila, sé que la ola se desata y viene a destruírmelo todo, pero es un hecho, viene. Así que voy a respirar profundo y esperar para empezar a reconstruir la vida para que me quede bonita y mejor que antes, como los japoneses después del desastre.

1 comentario:

  1. Enhorabuena Virginia! Si tener un hijo es algo maravilloso, tener dos es algo doblemente maravilloso. Te lo digo por experiencia.
    Cuídate y piensa en ti, que algunas veces os olvidáis...
    Un beso!

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