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La Hormona de la cursilería




Todos tenemos en mayor o menos medida inclinación a lo cursi, pero cuando quedas embarazada un fenómeno químico se sucede en el cuerpo y se te dispara esa tendencia, mantenida hasta ahora discretamente, y te deja para siempre con el culo al aire. No puedo afirmar si la cursilería brota directa de la hipófisis en forma de hormonas, para distribuirse por todo tu cuerpo y en consecuencia, nublar tu buen proceder.
Ser cursi no es nada malo, pero cuando no lo eres por naturaleza, las fotos te pasan después la factura y te sientes fatal. Así que, si lo eres de nación pues muy bien, adelante, pero si luchas con ello como yo, y estás embarazada o en proceso de quedarte te recomiendo que nombres a un fiscal que vigile esos brotes, alguien cercano y de confianza que te detenga antes de comprar un monito de Winnie Pooh, por ejemplo.

Yo tengo mis brotes, todo hay que decirlo, me gusta el forro del celular con diamanticos, tengo unas pantuflas que dicen una “I love” y la otra “You” y me encanta ver las películas esas gringas de TV “historias de la vida real” que siempre usan los mismo actores vuelta y vuelta, hoy una madre que le roban un hijo, mañana una enferma de cáncer y así. Es un hecho que soy un poco cursi, pero insisto hay que andarse con ojo durante el embarazo porque se pueden alcanzar extremos inimaginables.

Cuando yo finalmente acepté que estaba embarazada, me puse en guardia porque empezaron los regalos de inmediato, las cobijitas bordadas con motivos, los escarpines con cinta de raso (los escarpines deberían ir al museo de la tortura porque eso pica que da miedo y uno se los pone a los bebés que no se pueden rascar!) yo hasta estaba esperando que en cualquier momento llegaran las pantaletas esas que le ponen una florsota bordada en el culo (como si el pañal no hiciera suficiente bulto) pero supimos a tiempo que sería varón.

Con los varones no se está exento del fenómeno, eso hay que tenerlo bien presente, porque la gente se cree que las niñas con su rollo de mariposas y flores y tules se las llevan todas, pero les aseguro que hay cosas de varón en la misma tónica. Cambia florcita por osito Teddy y queda igual de ñoño.

Uno de los aciertos que tuvimos fue encargarle la ropa de “fuera” para nuestro bebé a nuestro amigo Mauricio. Si, amigo, amigo hombre, que se viste con blue jean, franela de grupos de rock y zapatos esperrujios. Esa, por descabellada que suene fue una sabia decisión. Hablamos con él por teléfono, le dimos unas orientaciones básicas, le mandamos el dinero y voilà! Pura ropa de marcha, con guitarras, monstruos, motos, dragones, carros y… cero Teddy Bear.

Con los regalos no puedes hacer mucho pero debes esforzarte, por ejemplo, todo lo que tenga ticket-regalo cámbialo sin remordimiento! Después cuando te pregunten, tienes varias salidas. Si no ve al bebe con frecuencia, mientes care’tabla y dices que le quedó per-fec-to, que se lo pusiste para una piñatica que tuviste y que toooodo el mundo tenía que ver con el trajecito. Si por el contrario lo ve mucho, entonces le dices que le quedaba pequeño (grande jamás, no digas eso nunca porque estará esperando que se lo pongas así sea a los 21) o también que qué pena, que le dio una alergia de ronchas infladas y que tuviste que cambiar el mameluco de chiffon con pajaritos bordados por un calienta-teteros de viaje que te hacía falta.

Hay que aplicar siempre el sentido práctico, que no te ponen ticket-regalo? Tienes dos opciones: o bien guardarlo para re-regalar en alguna ocasión y darle el coñazo a alguna madre que no haya puesto fiscal, o dejarlo estar por ahí divagando entre gavetas hasta que ya no le quede al niño, y lo regalas con la ropa vieja, con lástima porque está sin estrenar, pero lo regalas.

Pablo tuvo suerte. Tuvo chivas rosadas porque mis tres amigas aquí tienen niñas y aunque escogidas, alguna le puse, sin embargo es preferible ponerle su babero de Hello Kitty, que es una persona bastante más seria que Baby Mickey o, horror!, Winnie Pooh (por no hablar del cabra loca de Tiger, o el Christopher Robin, que es el que lleva a los demás por el mal camino).

Mi tia Carmen tan querida, me mando muchas cosas, y entre ellas venía el traje bautismal. Nosotros no hemos bautizado a Pablo pero les juro que no ha sido por no ponerle el terno en cuestión. El caso es que la pinta fue quedando, quedando… sus zapaticos blancos (de uso exclusivo de cubanos y bebés) un traje de bombachas de piqué fino, fino, una mantita combinada con el atuendo, todo bordado primorosamente con un motivo que destilaba melado y lo más arrecho, un sombrerito con la misma combinación y rematado con ribete de encaje.

Ustedes creen que si Pablo se ve algún día en una foto con esa percha, me va a perdonar? Yo no se lo perdonaría a mi mamá. Por cierto que ella nos hizo muchas putadas a la hora de vestirnos, pero no iban por lo cursi, su tendencia era más bien de desubicación en el tiempo, en los 90 íbamos como en los 80, en el 2000, como en los 80… en el 2010, como en los 80… y así sucesivamente. La única cursilada que recuerdo (tomar nota que sí se queda clavada en la memoria) fue el peinadito de la Primera Comunión que nos encasquetó a todas la hermanas, y que odiamos hasta el día de hoy, porque no es que nos veíamos cursis, nos veíamos pajúas.

Pero todo el mundo tienes sus fallos, dígame si te regalan ropa de diseño? ahí tus circuitos se te atontan. Puedes tener suerte y que sea arrechísimo o que te toque tu osito azul de Calvin Klein, que ni por ser el Sr. Klein que es un tipo serio se salva de ser cursi. Uno se cree que porque tiene firma está salvado, pero eso no es así.

Pues no, no se le pone, ni Armani, ni Ralph Laurent, ni Carolina Herrera ni ostias, hay que ser objetivos que el tema es serio.

Por cierto, hablando de Carolina Herrera… ¿alguien ha visto que hay cochecitos de bebé de CH con su monograma everywhere? Eso si es la bomba atómica: cursilería con comemierdería incluida. Eso sí que es mucho con demasiado, no lo hagan nunca por favor, ni que estén forrados de dólares.

Para abundar debo decir que la que trabaja en la tienda de CH del Corte Ingles, aquí cerca de mi casa, reconoció mi acento porque los venezolanos somos sus mejores clientes y ya “nos” ha vendido varios cochecitos de esos tan abominables. A mí que no me pongan la excusa de que “como Carolina Herrera es venezolana…” porque la última vez que la Carolina Herrera pisó Maiquetía fue de salida y además a ella el rollo de ser latinoamericana en Estados Unidos le queda súper fashion, pero nada más, porque firma “Carolina Herrera, New York” no Caracas, además se autodenomina “Caroulina Jerrera” (hay que hacer unos movimientos difíciles con la lengua). Bien hecho que el apellido es Herrera y no otro más disfrazable Le ha debido tocar Chacón para que se joda.

Bueno, pero ya dejo en paz a esa mujer que a mí no me ha hecho nada y que además quiero un bolso de ella pero cuesta 500 euros y Ricardo dice que prefiere quemar el billete que pagar el bolso. Sigo con lo que estaba.

Decíamos que la cursilería no es mala en sí, pero hay que tenerla a raya, dejarla fluir en dosis muuuyyy controladas, y dejar que tus hijos la confronten de a poco y vayan conformando su criterio.

Mi amiga Gloria es la mujer con el closet más grande y variado que yo he visto jamás. Cuando nació su hija, el closet de ella quedó pequeño al lado del de su retoño que era un cuarto lleno de todas las “combinaciones” posibles para vestir a la chiquilla. Yo estoy segura que cuando esa niña se vista por su propio pie no se va a quitar de encima unos bluyincitos con huecos, una franelita percudida y uno zapaticos de goma desgastados. Porque los hijos te somos así, jodedores.

En resumen, cuando te veas en las fotos de bautizo, no temas reclamarle a tu mamá, seguro que ella en su momento dudó si encasquetarte aquel disfraz. Pero lo hecho no tiene arreglo, no hay vuelta atrás. Lo que sí tiene arreglo es no dejar que pase otra vez! Recuérdalo, nombra tu fiscal, y ante la duda, consulta.


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