El otro día estuve en el desfile del Orgullo Gay y confieso que estoy
encantada con que todo el mundo defienda su condición. No la sexual, que es
asunto de cada quien, sino la de vida. Lejos con los sabihondos que pregonan
que “normal” es papá-mamá-niñitos. Yo soy muy entusiasta de los
modernismos, me encanta decirle a mis hijos que hay familias de dos papás, de
dos mamás, de uno solo y de todo tipo. Todo esto aunque justo la mía es papá-mamá-niñitos.
Por ahora, como dijo el Comandante.
Hace poco entendí esa frase que hemos oído hasta el cansancio: -yo no
era gay pero entonces me enamoré y resultó que esa persona era de mí mismo
sexo...- No es un asunto fácil, porque nunca se sabe que viene primero si
el huevo o la gallina, si ves a alguien antes de enamorarte o te enamoras casi
antes de verlo, tú me dirás… Yo lo viví así: hace poco me enamoré de una pareja.
No de uno de ellos si no de los dos, y además no busco un trío, en este
enamoramiento incluyo a mi pareja mía de mí. Ahora estoy pensando formar una cuatripeja.
Todo empezó el verano pasado. Teníamos quince días de vacaciones y no
habíamos previsto, como otros años, alquilar un sitio para irnos con los niños.
Esta vez cambiamos el plan e hicimos una cosa internacionalmente vendida como
el no-va-más vacacional: fuimos a un hotel todo incluido. Este cuento lo
dejo para otro post porque lo aborrecí con toda las fuerzas de mi corazón y me
apetece poner ese modelo a caldo en otro momento.
Una vez superada esa semana infernal de tomar Margaritas con paragüitas que
no sabían a nada, aún nos sobraba una semana, íbamos a regresar a Madrid sin
más y entonces unos amigos nos invitaron a su casa en las afueras de Barcelona.
Caerle a alguien en la casa donde vive cada día, cargando dos niños, es un tema
que me da repelús por lo que no estaba nada animada con el plan.
Además a los amigos en cuestión no los conocemos de “toda la vida”, son
heredados y relativamente recientes; por más que sea, uno no tiene con ellos el
necesario background de borracheras universitarias/colegiales que parece
que lo justifican todo incluyendo joderles unas vacaciones.
El caso es que como odié tanto el plan todo incluido, la posibilidad
de ir a la playa y comer bajo mis reglas me pareció glorioso y me convencí de
aterrizar donde estos panas con la prole. Aquí fue donde mi concepto de familia
cambió. A partir de ese viaje, no se me quita de la cabeza una pregunta: ¿estaremos
haciendo bien criando dos niños sólo con papá y mamá?
Ya me había pasado, y lo refleje aquí también, (La convivencia viene sin garantia) que entro con mucha
desconfianza a una situación de convivencia, no sé por qué, en general tengo
buenas experiencias pero yo soy muy devota de Murphy y siempre presiento
que va a ser una cagada, y encima no lo voy a poder contar en el blog para no
empeorar las cosas.
No sé cómo se sentían ellos, pero yo no dejaba de darle vueltas a todo lo
que podía salir mal, que vergüenza cuando Pablo, que tiene problemas de
puntería en el váter, deje todo perdido, y si Andrés se hace pis en la cama qué
hago? Llevo plástico? Tendrán ellos? Debo que levantarme pronto para hacer
desayuno pero, y si les molesta que les revuelva la cocina? Tomarán café? A lo
mejor tengo que comprar una cafetera, esto ya me ha pasado, de llegar y -no
nooo... nosotros somos más de té. Mierda,
cómo se puede no tomar café!
Dada nuestra condición de emigrantes, las visitas constantes en nuestra
casa hacen que Ricardo y yo tengamos un amplio recopilatorio de “Do’s & Dont’s” en materia
convivencia. Así pues, llegamos con esta actitud de inquilinos perfectos,
directos a hacernos con el baño de visitas aunque quedara en el garaje.
No estoy segura del momento exacto en que me di cuenta, pero te puedo decir
que al segundo día de convivencia me sinceré y declaré con firmeza: Me casaría
con ustedes dos!
Podría ser perfectamente la esposa de él, de ella y del mío. Podría ser la
mamá de sus niños y de los míos al mismo tiempo. Nos echamos unas risas con mi
comentario pero no hubo ni un murmullo negativo por respuesta y aquel
descubrimiento no hizo más que ratificarse con los días.
Desde muy pronto se vio que la convivencia y el cuidado de los niños no iban
a ser un problema. Los niños separan mucho porque cuando un papá está haciendo algo
el otro papá está cuidando a los niños, cada uno por un lado. Con esta fórmula tan
novedosa había dos papás haciendo una cosa a cuatro manos y otros dos mirando a
los niños mientras conversaban, o aún mejor, compartiendo silencios! No me lo
podía creer.
La crianza de los niños agría amistades desde el principio de los tiempos,
y como descubrí en este viaje, también
une. Yo encontré un papá y una mamá a los que les dejaría a mis hijos con los
ojos cerrados, y esto que digo no son dos conchas de ajo.
Cuantas veces has dejado de ver amigos porque el modo de criar a sus hijos
nada tiene que ver con el tuyo? Cuando eso pasa algo se fractura y con sutileza,
cada uno agarra pa´su lado. Pasa muchísimo!!! Es un horror. Eran amiguísimos,
tuvieron hijos y crack! No tuvo
arreglo. Que ellos son demasiado estrictos y tú al revés, que sólo le dan
comida Bio y tú comprándole panchitos
en el chino, que si duermen la siesta y los tuyos haciendo escándalo. ¿A ver como
arreglas eso? Sales una vez al año a cenar con ellos, niños en casa con niñera
y chim-púm.
Desde mi reflexión todos nos empezamos a dar cuenta que si consigues una
pareja así es ganancia pura, cuatro padres sacando adelante cuatros niños es
mil veces más productivo que la fórmula acostumbrada. Logramos una simbiosis en
la convivencia que francamente creo que es un hito en la historia de la humanidad,
además dimos con la clave de la crianza infantil que es donde está el truco,
porque para todo lo demás ya se va adaptando uno.
Ni somos parecidos, ni nos dedicamos a las mismas cosas, ni hemos crecido
en hogares similares, nada de eso, pero somos unos papás en sintonía y
entonces, todo lo demás queda en segundo plano.
Claro que convivir una semana no es vivir una vida, pero dime tú qué buen inicio!
Con casi todas las parejas de amigos que tenemos hay distintas
composiciones: yo soy amiga de ella y mi marido de su marido; los dos somos más
amigos de él, porque ella casi no habla la pobre; o bueno, él es simpático pero
equis, mejor ella que da mucho juego y claro, hay unas que perfecto los dos,
pero ellos en su casa, nosotros en la nuestra y Dios en la de todos.
Aquí no pasaba eso, el intercambio era permanente y funcionaba con todas
las combinaciones. Ella y yo, mi marido y ella, su marido y yo, los maridos
juntos, mi marido y yo!. Había para todos los gustos.
Un día me molesté con Ricardo, no me acuerdo por qué. Debo decir que
usualmente yo voy con el modelo de loca
rencorosa y los disgustos me duran infinito y Ricardo es del tipo que no se
da cuenta y si se da, le importa un carajo o cuando menos, se hace el tonto.
Esto a lo que lleva es que cuando hay pleito, este se extiende en el tiempo y
el espacio hasta que se diluye, casi por goteo, en la convivencia.
Aburridísimo, Yes I know... Qué pasaba aquí? que una vez peleados,
enseguida continuamos en cotidiana conversación cada uno con otro parejo, con
quien no habíamos tenido ni un sí ni un no, bla bla bla… hablando paja y a los
diez minutos estábamos los cuatro en animada charla, muertos de risa! Dime que
no es perfecto.
Ya me había pasado antes de descubrir en esta fórmula convivencial, que
cuando discuto con Ricardo me gustaría que alguien opinara, aunque no me
convenga, pero una discusión 50/50 es una guerra perdida seguro! Dígame cuando
se arma un: Tú dijiste que yo había dicho…
Dios! Porqué nadie más escuchó!!!
Durante la semana hubo tantos episodios similares que me preguntaba
constantemente ¿seguro que las familias tienen que ser papá-mamá-niñitos?
Debo agregar que entre mis numerosos defectos está el que no me gustan los
niños -los míos sí- pero en serio, y lamento soltar esto de un tirón porque
suena mal, a mí no me gustan los niños de nadie, ni buenos ni malos ni rubios
ni chinos, nada. Soy capaz de lanzarles extensiones de cariño a los críos cuyos
padres quiero y de hecho es lo que hago pero así, suelto, no me gusta ninguno.
Claro que no puedo dejar que ese Herodes que llevo dentro me domine y hago un
buen esfuerzo para que esto no solamente no se note sino que además le echo un
carro de fuerza de voluntad y procuro querer a unos cuantos como misión de
vida.
Sabiendo este lamentable detalle de mi personalidad, para que yo diga que
podría ser la mamá de este par, imagínate tú como marchaban las cosas! Encima
tienen una niña, género que cada vez me resulta más una especie desconocida.
En realidad no sé si lograré formar la cuatripeja. Cómo explicárselo a la
familia, y ni idea de cómo hacer en la Nochebuena. Supongo que doble-suegro también
es un tema a tomar en cuenta, a los cuñados habría que verlos con lupa, solo yo
aporto cuatro. En fin, habría que normar el tema, pero aun
así lo veo viable.
Tanto me ha impactado el asunto que en estas vacaciones repito plan. Ellos
nos vuelven a invitar y nosotros volvemos a ir. Si cuando regrese sigo pensando
igual, voy a empezar a tomarme en serio lo de salir de la fórmula papá-mamá-niñitos
y armar mi carroza para el desfile del Orgullo.