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Tarjeta de presentación de la vida

Constantemente vuelvo sobre lo que significa “ser normal”. 

Me comparo con gente que está alrededor y ratifico ese sentimiento de que a mí me falta un algo. No hablo de que me falte un hervor, eso no, es más bien como un concepto. 

Les adelanto que esto no tiene que ver con la autoestima. No piensen que después de leer este post hay que mandarme whatsapps llenos de caritas sonrientes y manitas aplaudiendo, dándome ánimos y diciéndome que siga adelante, que yo valgo mucho, no, no. Todo ese tema lo tengo colocado en su sitio, me encanta como soy y no me perturba habitualmente. Ahora bien, cuando voy a tener una entrevista y tengo que plantearme el asunto entonces sí, horror!!!

Cuando me confirman una entrevista empiezo bien.  Un par de semanas antes tengo seguridad y firmeza pero a medida que se va acercando la fecha se intensifica este cotejo interpersonal, se pone en automático y es indetenible hasta el día en cuestión que me veo ahí, tratando de explicar que yo soy así, digamos, estándar! Como la media! Lo que pasa es que decir eso sin quedar como un idiota es casi imposible.

A las entrevistas tienes que ir siendo poco más que super-woman: experiencia en la carrera, post-grados varios, niños criados, logística hogareña bien atada, delgada a ser posible, en tacones, sin coche propio porque que no hay parking y dominio de varios idiomas, eso aunque la empresa sea una jamonería en el sur de España.  - Así que hablas austríaco?... Excelente…

Dígame si se trata de una “entrevista genérica” que están muy de moda. Primero te entrevistan y después te dicen dónde te ven, o sea que no tienes ni una puta pista de hacia dónde debes orientar tu presentación. Y así vas, a trompicones, dando para adelante y para atrás sin tener claro qué decir.

A lo que me refiero cuando digo que me falta algo, es a una cosa como una tarjeta de presentación. Lo que escribirías debajo de tu nombre, pero no en tu trabajo sino en tu vida.

- Hola que tal, soy Virginia, artista plástica, o dentista, o cirujano maxilo-facial.

Pero en la realidad la cosa más bien va así:

-Hola, soy Virginia… Si, ja, ja. ¿Qué hago? Pues trabajo sí. Soy mamá y trabajo como cualquiera, es decir, como cualquiera pero me esmero, eso sí…  Ja, ja…  ¿Hobbies? (titubeo) Pues depende, a veces bailo, si.  Escribo en un Blog, también… Tengo cuarenta seguidores. Si, si, cua-ren-ta. Tengo más primos pero alguno se me revela. Lo normal, ya sabes cómo son las familias, no?. Jaja…

Cuando hablé en otro post de este tema, nombré a una de mis hermanas que es la no-va-más del interiorismo, eso que antes se llamaba diseño de interiores pero que ahora se modernizó, (estoy enteradísima). Lo podría dejar hasta ahí, una hermana especial la tiene cualquiera pero es que tengo más hermanos y todos son harina del mismo costal. Todos con su tarjeta de presentación.

Ilustro para que me entiendan sin ánimos de dejar el análisis sobre mí, que es de lo que se trata.

El mayor y que parece el más serio, se graduó de ingeniero como quien estudia para ser sereno o guachimán y con el birrete puesto fue directo a la mejor empresa donde se podía trabajar en ese momento. De ahí fue saltando de súper empresa en súper empresa porque “lo llaman”.

¿Qué es eso de: -me llamaron de otra empresa-? Compararse es odioso pero a mí jamás me han llamado de un sitio que no haya llamado yo primero. Yo busco trabajo y a él lo buscan los trabajos. Es una diferencia sutil pero jode.

Y dirás tú, seguro que es un encorbatado serio y aburrido, bueh! Si a lo lejos se escucha David Getta: My dream is to fly, over the rainbow so high, el derrape del ingeniero es inminente. Es un rumbero non-stop y al día siguiente lo ves con su corbata y como si hubiera dormido ocho horas en sana paz. Qué pasa que los de RRHH de estas empresas no se meten en Facebook y lo ven ahí dándolo todo? Cuando mi hermana menor se graduó, él fue la sensación de la fiesta. Todos preguntaban de quién era el invitado que no salió del medio de la pista. Está en todas las fotos, desde las típicas de grupo hasta capitaneando el trencito.

Tengo otra hermana dedicada en cuerpo y alma a una cosa seria llamada Mixología. Yo me enteré anteayer que eso existía y para los que como yo no tengan idea, va de diseñar cócteles.  Eso de Fruit Ponch, Ron Ponch y Daiquirí es cosa del pasado remoto. Ahora ese asunto es bastante más elaborado, complejo y sobretodo expandido por los cinco continentes. Hay hasta World Series de mezcla de alcohol! Es un mundo! Cuando hablo con ella está de alquimista en su cocina ensayando con siropes y amargos imposibles para perfeccionar sus creaciones. Está pensando constantemente qué meter en la nueva carta, qué pedir para desarrollar el nuevo trabajo, como lidiar con los paladares de un sitio y otro. Cuando no está jugando a El Perfume está de viaje conociendo destilerías remotas.

Eso sí, esta pobre está condenada a presentarse en todas las fiestas familiares con su maleta de cucharitas, frascos y pocillitos varios para dar de beber a todos. Nunca más disfrutó una fiesta. Y no se salva ni en el chat familiar:
- ¿Compré Vodka de arándanos, ¿Qué le echo?
- ¿La pulpa de tamarindo se puede mezclar con Gin?
- ¿Limón o Lima? Cuál es el amarillo?

Es como una versión del clásico médico familiar pero ella atiende a la sección borracha de la familia que, para  alegría de todos, es mayor que la de los enfermos.

Sumo y sigo, la última de mis hermanas le tocó ser rebelde y llevar la contraria siempre porque como somos muchos tiene que haber diversidad. Ella está  inmersa en su energía interior. A mí antes me daba risa pero la verdad es que ella lo lleva serísimo y yo ya presto atención. Es más naturista que la cúrcuma. Solo piensa en que sus acciones beneficien a la gente, que no se altere el equilibrio ecológico, que se detenga el calentamiento global! Una cosa que suena fácil pero cuesta lo suyo. Yo si no estoy malogrando el medio ambiente es porque hice un estropicio en otra cosa. 

Es tan firme de convicciones que una vez ella y a un amigo nuestro se enredaron en el mar con unas medusas.  Mi amigo, con sus casi cuarenta tacos, me dijo que el dolor era tal que se acostó fingiendo dormir pero en realidad solo quería llorar secretamente de lo que le dolía. Pues mi hermana, fiel a su filosofía, no se quiso echar la única crema que medianamente le aliviaba el dolor porque tenía un 0,01% de antibiótico! Ah! ¿Qué me dices? Eso está entre ser naturista, neurópata y psicópata. Vive en cuarenta metros cuadrados y tiene un compostero eficiente en la cocina y yo me quejo de tener que separar vidrio y plástico.

Intento dejarme guiar por sus consejos. En su última visita me dejó en funcionamiento un huerto interior es decir, de apartamento. Ahora yo vivo estresadísima porque paso un día sin verlo y ya las plantas se ponen marrones. Me sembró una planta de tomates y Andrés mi hijo, que tiene obsesión por cosechar,  apenas sale una bolita verde la arranca y me la da para que se la ponga a la “luchuga”. El perejil asesina a todas las matas que están cerca, lo tuve que separar para detener el planticidio. La menta no huele y la albahaca pasa de la vida a la muerte en segundos manteniéndome el alma en vilo. También tengo tomillo y aloe vera que según los entendidos no se mueren con nada porque son de desierto, pues es mentira, a las pruebas me remito, mi tomillo es un palo sin hojas y mi Aloe tiene las hojas como de cartón.
Descuido a los niños por echarle agua al huerto. A ellos les doy sopa de tetra-brick y a las matitas el agua templada, les desmenuzo la borra del café y las riego con el bote de leche recién acabado, que leí en internet que les encantan esos fonditos de la leche. Me voy de vacaciones y tengo días pensando a quien le dejo esta labor. No quiero que mi hermana venga a visitarme y vea que he fracasado en la misión que me encomendó. Porque al compostero no me atrevo y no quiero que me lo pida.

En fin, que tengo hermanos y todos tienen qué poner en la tarjeta de presentación. Y como ellos, todos los que veo a mi alrededor. Mi hijo Pablo sabe cuántos goles falló el portero de Paraguay en el mundial de México 86  y aún no sabe que la Wikipedia existe. Es especialista en fútbol. Mi tía sabe de perros más que César Millán, mi marido, mis papás… así todos, todos con su tarjeta.

Yo caigo en este auto análisis cuando me pongo a buscar trabajo y sé que me van a preguntar mis defectos y mis virtudes, que es un fijo en las entrevistas.
Dicho sea de paso, por si hay leyendo algún genio de RRHH, qué coñazo de pregunta!!! 

¿Yo que sé de mis defectos y mis virtudes? Es más, no quiero saber, la pura verdad porque encima cuando descubro alguno no se los quiero decir a nadie de RRHH porque lo que yo considero una virtud me da a mí que alguno lo puede ver como un defecto. Hay de todo en la viña del Señor…

Un jefe que tuve una vez me dijo que le parecía complicado que yo organizara todo en Excel. Y dije yo: -Hey! ¿Y esto no era una virtud? Resulta que yo, que con dificultad me sé las tablas de multiplicar, amo el Excel, las fórmulas, las macros y las complejidades que se presentan de celda a celda.  Es una rareza pero la tengo y juraba que era una virtud!

Mi sugerencia a los señores es que esas preguntas, se las replanteen please! Bueno, no me voy a meter con recursos humanos aunque siempre les tengo medio ganas. Serán gente normal como yo pero suelen tener su fama de cabrones bien ganada.

El caso es que creo que como no encuentre ese subtitulo de mi nombre, voy a seguir huyendo de las entrevistas y escuchando barbaridades como que manejar el Excel es un gran problema.

Hasta entonces, 

-Hola que tal, soy Virginia, persona.