Pablo empieza su segundo nivel de colegio este año. Como ya soy una mamá “experta”, paso olímpicamente de la reunión de inicio de clases. Sin embargo el año pasado era nueva, no sabía a lo que nos enfrentábamos y sí que fui a la reunión. Ahora me alegro de haber recogido mis impresiones de aquel día:
Septiembre, 2012.
Sin esperarlo me saltó una alarma avisando: "Reunión de padres en el colegio". Menos mal que en algún momento de lucidez anoté eso, de no haber sido así, me habría aparecido el primer día de clases preguntando que dónde pongo a mi pequeño y poco más.
Pablo dejo atrás su época de maternal, ahora es todo un niño de tres años que ya le toca entrar en el cole de mayores. Siento que ya está adolescente, es horrible.
Así que aquí estoy, embutida en mi sillita tamaño culito infantil junto a otros tantos papás como yo. Todos tenemos claro que nuestro hijo es el más destacado del grupo. Es jodido respirar ese sentimiento y saber que por encima de todas las cosas el mejor es el tuyo.
El tema de los colegios es infinito, ahora me doy cuenta por todo lo que he escrito y ni que decir de lo que no! Y eso que sólo fueron tres años de maternal, y ahora que estoy aquí, en este aula tan solemne, me doy cuenta que mi hijo (el mejor de estos 30) ya es grande, qué vaina!
Primero hay que confesarse y admitir que podíamos perfectamente haber metido a Pablo en un colegio público, este es un país desarrollado, pero uno no deja de ser venezolano así sin más, siempre arrastras tu poquito de comederita de mierda, de esa tan autóctona que nos lleva a tener un Iphone 5 primero que nadie. Al final, después de reflexionar sobre lo que somos y lo que debemos hacer, metimos a Pablo en un colegio concertado, es decir un término medio, un privado con ayuda del gobierno que es básicamente lo que podemos pagar, incluso es un poco más de lo que podemos, la verdad. Pero yo aquí, muy tiesa, con mi dignidad y mi cara de que no lo meto en uno privado porque no me queda de camino entre mi casa y el trabajo.
Nada más empezar a hablar la profesora ya te va creando estrés. Lo primero que te suelta es: -váyanse conociendo papis y mamis (que es una manera muy cursi de dirigirse a nosotros, pero ya me he acostumbrado, porque es un clásico por estos lares) tienen que hacerse amigos porque sus hijos van a seguir juntos durante mucho tiempo…- una pretensión absurda, claro está. Tú que estabas ahí, descosiendo a todo el mundo con tus pensamientos urticantes, te encuentras con que tienes que compartir con esta gente más de lo que hubieras deseado nunca. A cuenta de qué, vamos a ver.
Yo además ahora que voy cumpliendo más años he descubierto que a pesar de que me toman por simpática, soy bastante antisocial. No soy de estar sacándome amigos de la manga, me cuesta bastante de hecho. Hace más de seis años que vivo en el mismo edificio y sólo conozco a la que estaciona a mi lado porque todos los días me disculpo por darle con mi puerta a su carro (y viceversa) y a mi vecina de enfrente, que la conozco de hola y poco más, tendría que confirmar su nombre en el buzón.
Así que esta maestra chiquitina y muy simpática (seguramente más sociable que yo) está ahí como si nada, generándome un estrés importante.
A medida que la reunión se desarrolla empiezas a ver aquello de que cada familia es un mundo… escuchas las distintas preocupaciones de los padres y son tan diversas que te hacen pensar, desde: -¿Cómo coño se dio cuenta de eso?- para las más inútiles, hasta: -¡Por Dios, no lo había pensado!- para las importantes, del tipo: -¿hay que traer útiles?-
Los padres en general no hilamos fino cuando se trata de nuestros hijos, perdemos un poquito el norte, nos distraemos de lo importante, el amor nos ciega, nos pone tontos perdidos.
Un papá serísimo, encorbatado y con cara de director financiero de una trasnacional, estaba bastante preocupado porque el pantalón del uniforme (que es un simple mono de deporte o chándal azul) había cambiado del año pasado a este en un milimétrico ribetico blanco por un lado y él tenía unos uniformes heredados (lo cual no parecía hacerle gracia) y su niña sería la única “diferente” de la clase.
Yo no soy más sensata que él, pero la verdad es que justo ese detalle me importa bastante poco. Tomando en cuenta que el pantaloncito con su sweater cuesta módicos 65€ habría dado oro por tener esa herencia, con o sin el ribetico blanco.
Otro papá estaba ofendido porque para la natación, la profesora propuso que todos, niños y niñas, llevaran el bañador pequeño, es decir, el clásico de natación sin la parte de arriba, ya que tomando en cuenta que se tenían que vestir y desvestir ellos solos, podría convertirse en un gran problema para las niñas quitarse y ponerse un traje entero con rapidez. Pues ahí estaba el buen hombre descompuesto, imaginándose a su princesa con las tetas al aire al lado de sus compañeros masculinos, y casi que se le iban los tiempos de pensarlo.
Estaba claro que esa niña, de la hora de natación aprovecharía poco, ocupada entre quitarse y ponerse el bañador escondida en un rincón. A nadar no sé si aprenderá pero las tetas no se las van a ver fácilmente.
Por otra esquina de la reunión, otro grupito de padres empezaron a dudar de la capacidad de la profesora para tratar niños de 3 años cuando esta soltó el desafortunado comentario sobre su experiencia en el colegio, diciendo que los años anteriores sus alumnos eran de 5 años.
Lo que estaba claro es que allí había treinta padres nada dispuestos a que sus hijos crezcan. Los entiendo y los apoyo, pero a mí me hace ilusión que esta mujer me ayude a que Pablo supere ciertas cojeras infantiles que trae puestas, como el tema de la caca que no logramos controlar o de embarruzarse cuando come como si se tratara de un cerdito en el barro.
Yo tampoco quiero que crezca la verdad, pero como no creo que pueda parar el proceso, voy a intentar darle la vuelta al tema.
Una parte importante de la reunión fue el clásico “auto bombo del cole”: la buena decisión que tomaste metiéndole aquí, lo sofisticados que son, lo modernos, el inglés, la pantalla táctil, el pizarrón digital, bla bla bla... No entiendo esta manía de venderte lo que ya compraste. Deberían estar por ahí hablando con gente que va a tener hijos o con los que están a punto de dejar las guarderías, no se con quién, pero conmigo, que ya compré el conjuntico de 65€, desde luego que no, porque si ya me dejé joder por ahí es porque estoy más que convencida.
Lo peor es notar que a ella le da tanto fastidio como a ti “venderte la moto” como dicen aquí. La mujer tiene que saber que buena parte de lo que cuenta es una verdad relativa… Que incomodidad, sobre todo porque ella es profesora y no vendedora de carros usados o banquera, que si saben mucho del bla bla este que digo yo.
Los padres siguieron haciendo tanto preguntas irrelevantes como cosas que francamente no sé cómo no pensé antes! Una mamá, de las que agradecí que preguntara, quiso saber por qué había que traer cinco baberos limpios cada lunes para recibirlos todos sucios el viernes, con los pegotes endurecidos de toda la semana, en lugar de llevar y traer un babero cada día evitando la cochinada de acumular 5 baberos sucios por 30 niños (con lo que queda acumulado ahí, alimentas fácil a los animales del Zoo de Madrid, Osos incluidos). Un silencio súbito dio la razón a la madre inquieta...
Aquí lo bueno es que yo no dudo de lo perfecto que es mi hijo, pero sí que tengo dudas de mi como mamá, así que no me acompleja nada esto de “ay! cómo no lo pensé” para eso confío en otras mamás más capaces que yo, con agenda, memoria, organización mental, etc.
La reunión se acababa con el recordatorio de la amistad temible e inevitable con algunas de aquellas personas. Al menos sus preguntas te daban pistas sobre quienes tienen intereses muy distintos a ti y quienes son madres modelos… yo seguramente tendré tendencia a los que no abrieron la boca como yo y nada nos pareció ni demasiado grave ni demasiado relevante ni nada de nada… sólo cumplimos nuestro papel de buenos papás y fuimos a nuestra primera reunión, pero realmente ya depositamos la confianza en ellos que sabrán lo que hacen, porque si no, a cuenta de que íbamos a traer a nuestros soles a este sitio y dejarlos aquí desde las nueve de la mañana hasta la cinco de la tarde?
Si yo por confiar, les confío hasta la alimentación, porque con su menú planificado y balanceado en calorías, preparado por un estudioso de la nutrición, con carbohidratos, grasas y todo eso en su justa medida, me dan la libertad de ir a Mc Donalds con Pablo sin remordimiento de ninguna clase.
No tengo ni idea cual será la frecuencia de las reuniones de padres, pero espero que no sean muchas, porque si bien me gusta conocer el sitio y a la profesora, me aburre sobremanera una discusión sobre unos ribetes blancos que no he notado.
Yo creo que Pablo va a estar bien incluso si creemos que somos unos papas raros, los niños son encantadores, y está visto que los pequeños sobreviven a todo, incluso a sus padres.
Espero que no le toque en la clase el clásico niño maldito que pegue, porque Pablo no es de defenderse demasiado, que le toque alguno que lo espabile no está mal, pero el criminal de turno confío que caiga en alguna otra clase, no quiero que nadie le pegue a Pablo porque no respondo de mi reacción, yo tengo bien afianzada mi latinoamericana explosiva para reaccionar en estos casos.
Seguramente la niña del bañador acabara lanzándose desnuda a la piscina para no seguir perdiendo el tiempo y la del ribetico no se enterará que no lo tiene ni cuando vea las fotos de mayor.
Son cosas de los padres… los niños son normales.